domingo, 24 de abril de 2011

El Valle que politiza la religión

Uno de los pasajes más conocidos de la Biblia recoge una instrucción clara por parte de Jesús: "Dad a César lo que es de César, y a Dios, lo que es de Dios" (Mateo 22.21). Separad, en la medida de lo posible, lo religioso de lo profano, las creencias espirituales de la política, vino a decir el Maestro, como vaticinando que el cocktail de ambas es difícilmente digerible.
Este es un mandato rara vez asumido por los gobernantes y dirigentes religiosos más influyentes, y para prueba, un botón. España tiene desde el pasado siglo el Valle de la división, el lugar de las dos Españas, por si este no fuera ya de por si un estado con diferentes ambiciones soberanistas.
El Valle de los Caídos sobrecoge. A la izquierda española, sobre todo a los más radicales, le provoca un molesto sarpullido, casi lepra. Esta corriente más extremista propone la demolición de este emplazamiento, donde está enterrado el ex dictador Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange. Yo he estado en este emplazamiento y me parece un monumento maravilloso y estremecedor, que debe ser conservado, eso sí, como testigo de una etapa presidida por una guerra fratricida que jamás ha de repetirse.
Pero lo que creo que no debería permitirse es que cada domingo se celebrasen misas en la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos... y mucho menos que un canal de TDT retransmitiese habitualmente estos actos litúrgicos en directo. Los políticos españoles, sobre todo los que han hecho posible esta programación, han de plantearse que estos actos religiosos representan un continuo homenaje a una etapa de la historia de España no gris ni negra, sino lo de después. Un reconocimiento a unos hombres que representan al bando victorioso de una guerra y una postguerra en la que perecieron y fueron torturadas miles de personas, tanto de la parte nacional como de la republicana.
Y la Iglesia Católica, al oficiar estas misas y potenciar su retransmisión, se posiciona de forma implícita con un bando. En la página web www.valledeloscaidos.es se habla del "bien espiritual que ello está haciendo en muchas almas en España y fuera de España" que supone esta programación. Pues bien, yo me pregunto: ¿Cómo verán estos actos litúrgicos junto a la tumba de Franco los familiares de ejecutados por orden del Gobierno del generalísimo?
La Iglesia tiene todo el derecho del mundo a difundir su doctrina, buscando los canales de televisión, radio, internet y papel impreso que estime oportuno. Pero hacerlo desde el Valle de los Caídos es, a mi entender, una nefasta estrategia y una provocación. Sí, puede que la audiencia se acerque al millón de telespectadores, pero estoy seguro que este programa causa el estupor y la repulsa de, cuanto menos, un número similar de ciudadanos.
Esto sin contar un último apunte, que dejo para los juristas más entendidos que yo en estos asuntos. ¿No entran tanto las misas como sus retransmisiones en conflicto con la Ley de Memoria Histórica? Como escuché el viernes en una radio, no me imagino un acto religioso junto a la tumba o un monumento en honor a Hitler. En Alemania, quienes organizaran o emitiesen un evento de esta índole darían con sus huesos en la cárcel.