jueves, 28 de noviembre de 2013

¿Por qué me da Karmele tanto asco?

En principio iba a afirmar que odio a Karmele Marchante. Odio es una palabra demasiado fuerte. Creo que puedo decir que odiar, en el sentido estricto de la palabra, no odio a nadie. Sí puedo aseverar que me da asco. Mucho asco. Hasta el punto de no poder soportar un minuto de televisión sin despotricar. Pero, ¿por qué tanta animadversión?

Siempre he sentido rechazo hacia los chupópteros que se han enriquecido sin hacer nada. Sin tener oficio ni beneficio. Y eso es lo que me parece a grandes rasgos el 'mundo rosa'. Tanto los famosetes como los tertulianos, dos faunas que se lucran exponiendo la vida privada de los primeros. Y lo que más me jode de todo es la aceptación de las audiencias hacia ellos. Tanta que personajes como Belén Esteban se atreven a insultar a nuestra inteligencia sacando a la venta... ¡un libro!

Karmele y Mariñas son los primeros iconos que recuerdo de ese mundillo que tanto asco me da. Dos de muchos chupópteros de un horror televisivo que ya me daba ganas de vomitar en plena adolescencia. Hoy he leído el post de Héctor Esteban en el que expone algunos de los excesos de Canal 9 con 'Tómbola', un programa que llegó a medir la polla de uno de los invitados. ¿Es eso de interés público?

Hoy toda esa gentuza sigue pululando, trujando y horrorizándonos, al menos a una parte de los ciudadanos de este país. Eso sí, ahora están en una televisión que, aunque a algunos nos pese, pueden elegir ponerlos en su parrilla. Yo personalmente los ponía a picar piedra, pero las cadenas privadas pueden invertir en lo que les plazca: lo inaceptable es que ciertos productos se ofrezcan en canales públicos. Me da pena, y más asco aún, que Karmele y Mariñas, y muchos más, se hayan hecho ricos a costa del dinero de mis impuestos.

Porque 'Tómbola', programa en castellano que emitió la televisión de los valencianos (¡qué vergüenza!), estaba pagado con mis impuestos. Y los tuyos. Y los de tu familia y los de tus amigos. Eso sí, justo es decirlo, que los despilfarros de RTVV no han acabado ahÍ: a eso hay que añadirle desmanes como el contrato millonario para retransmitir la F-1, cuando ya la daba en abierto otra televisión.

RTVV va a morir por culpa de unos y lo van a pagar otros. Nosotros, todos los valencianos, porque se han despilfarrado cientos de millones de euros en una televisión que en demasiadas ocasiones no nos ha representado. Y para muchos trabajadores de Canal 9 y Ràdio 9, currantes que ahota se van a ir al paro. Mi solidaridad y muestra de apoyo para ellos. 

sábado, 12 de octubre de 2013

Vota Zeus

Estoy en campaña electoral. Este es un panfleto partidista, que ofrece una visión totalmente sesgada  y subjetiva de la realidad y que pretende recabar votos. Dicho está. En dos líneas he sido más sincero que nuestros políticos en los últimos diez años. Bueno, puntualizo lo de 'nuestros': si fueran míos, ya los habría vendido por un euro, como hicieron con Banco de Valencia.

Venga, otro alarde de sinceridad. Hoy no os escribo para que me leais. ¿Sorprendidos? Pues eso. Sólo os pido que observeis durante diez segundos -mira que os pido poco- la foto que acompaña estas líneas. Guapo, ¿eh? Este es Zeus. Nuestro perro. Él no me reclama el voto durante un mes para pasarse cuatro años tocándome los cojones. Se contenta con un poco de comida, tres paseos diarios y babearme un poco de vez en cuando. A cambio, llora de alegría cada vez que Maggie o yo llegamos a casa y nos pone carita siempre que nos vamos como diciendo: 'Ven pronto, que ya te estoy esperando'.

Puede que no te gusten los perros. O si. Que me entiendas. O no. Pero te aseguro que es más guapo que muchos de los políticos a los que soportamos a diario... y más honesto que la mayoría. Como te decía al principio, esto es un panfleto electoral. Si te he convencido con mis palabras, te debo un café. Si te mola la foto, te entiendo: a mí me fascina. Sólo te pido que pierdas un segundito, entres en este enlace de Facebook y pinches me gusta a la foto de Zeus.

PD. Zeus concursa para entrar en un calendario de carlinos, que no confundir con carlistas. Promete, si resulta elegido, no subir el IVA durante ese año, ni pasárselo hablando de anécdotas territoriales para esconder que estamos puteadísimos por falta de empleo. No adjudicará subvenciones a dedo ni colocará a sus colegas como asesores. Simplemente seguirá -espero- recibiéndonos con alegría tras cada duro día de trabajo.

sábado, 5 de octubre de 2013

Que alguien salve a los Donuts

Mis Donuts favoritos
En mi familia, los sábados han sido siempre un día especial. Desde pequeño, mis padres han apartado sus quehaceres para vivir una jornada diferente. Durante muchos años, mi madre siempre compraba Donuts para desayunar una vez a la semana. ¿Adivináis el día? Sí, ese. El resto, nos preparaba leche con cereales o tostadas cuando éramos pequeños.
 
Conforme fuimos creciendo, a veces ella seguía levantándose un rato antes para que pudiésemos dormir un poco más e irnos desayunados, primero al instituto y luego a la universidad. Yo no recuerdo haberme preparado las tostadas y el café con leche hasta que empecé a trabajar. Lo que sí tengo bien claro en mi mente es que fui creciendo, pasé de la niñez a la adolescencia, y pasaron los años, pero en mi casa seguía habiendo Donuts todos los sábados por la mañana.

Cuando me casé hace ya tres años, intenté mantener la tradición en mi nuevo hogar. En nuestra primera compra en Carrefour, mi mujer y yo coronamos un monstruoso carro con Donuts. Aquel primer sábado juntos, desayunamos Donuts. La tradición duró apenas un mes. Ahora la desempolvamos de vez en cuando. Con el tiempo, he valorado lo disciplinada que era mi madre para ir todos los viernes al supermercado para que los sábados sus dos hijos tuvieran el desayuno especial.

Por eso, la noticia de que Panrico no fabricará Donuts y Bollycaos desde el 13 de octubre me ha caído esta semana como un mazazo. Con los Bollycaos también tengo mi historia. Una de hace ya muchos años, cuando era un chiquillo de seis años. Fue una mañana, estaba en clase de nosequé y entró el conserje del colegio preguntando por mí con un Bollycao en la mano. No me lo creía. Me levante cuando la maestra me preguntó si estaba sordo. Me parecía inaudito que me trajeran uno para almorzar, y más por encargo de mi madre, como decía el hombre: ella se resistía a que comiéramos chocolate.

Por eso mi hermana siempre ha peleado con ella para que los Donuts de los sábados fueran negros. Hablando con mi amigo David el jueves, ambos narrábamos con morriña nuestras experiencias con este característico pastelito circular. Él se decanta también por los de chocolate, pero si están crujientes. Yo soy de los de azúcar.

Ya de mayor, cuando he salido sin desayunar y preveo que no habrá tiempo para ello, más de una vez he parado en la gasolinera para comprar mi par de Donuts blancos. Quizás sea como homenaje a esos desayunos especiales de los sábados.Por eso pido que alguien salve a los Donuts. Sí, más importante me parece que Pantico y sus asalariados lleguen a un acuerdo y la empresa pueda salir adelante, como se ha deslizado en las últimas horas... Como una cosa lleva a la otra, hoy desde aquí deseo firmemente que se salve Panrico, los Donuts y los Bollycaos. Yo, si algún día soy padre, compraré todos los sábados a mi/s hijo/s Donuts para desayunar... como hizo mi madre durante tantos años.  

sábado, 21 de septiembre de 2013

Don Rodrigo me deja sin agua caliente

Estoy cabreado. Indignado y con una sensación de impotencia, pensando que no tengo agua caliente en casa por una puta cláusula de un seguro que sólo sirve para pagar. A eso volveré más tarde porque, mientras a unos nos escamotean un puñado de euros, otros viven como reyes cuando, probablemente, deberían estar en la cárcel.

Llueve sobre mojado. Hoy leía un reportaje sobre el nuevo braguetazo empresarial de los exministros Josep Piqué y Rodrigo Rato. De este último recuerdo una presentación del Aspar Team, equipo de motos que patrocinaba Bankia, en Madrid. Estaba hablando con una copa en la mano y rodeado por cuatro 'monos'. Cuando los periodistas pedimos que nos atendiese un minuto para hablar de la esponsorización, uno de los guardaespaldas nos comentó: "Ahora Don Rodrigo está ocupado, en un rato les atiende". Me sentí por un momento en otra España. Don Rodrigo no nos atendió.

Ese hombre está ahora imputado por su gestión al frente de Caja Madrid y Bankia, la cual se califica por si misma si nos vamos a la hemeroteca de los últimos años. Curiosamente, esta misma semana ha entrado en el equipo de asesores del Banco Santander. Según un reportaje que este viernes han publicado los regionales de Vocento, y que yo he leído en Las Provincias, Don Rodrigo podría cobrar por ello 200.000 euros.

El hombre bajo cuya dirección Bankia entró en la UVI, cobrará ahora una pasta por aconsejar al Santander. Y nadie dice nada... basta con leer el reportaje que os digo para hallar una explicación: entre un 20% y un 30% de los consejos de administración de las 70 grandes empresas de España están integrados por expolíticos.

Me da vergüenza y asco. Dice mucho de nuestra clase política, pero también de nuestra sociedad. Y vuelvo a mi instalación de agua caliente. Mientras el Santander va a pagar Don Rodrigo 200.000 pavos al año, a mí su aseguradora me ha tumbado hoy una reparación en casa que no llega a los 200 euros. Seguro que me tocará pagarlos a mi y, además, este fin de semana me quedo sin agua caliente.

Resulta que tengo una tubería rota, que vierte agua tras unos azulejos, pero como los daños no han salido todavía a la luz, la aseguradora dice que no existen. Y si espero a que salgan, que saldrán, la considera que cometo una negligencia porque ya sé que tengo una avería. Con buenas palabras, una señorita me ha dicho por teléfono un 'te jodes y pagas, pero cuando llegue la letra del seguro, pagas tú también'. Aunque quizás sólo sirva para desahogarme, le he dicho a esta empleada que son unos sinvergüenzas, y que con ese servicio, ella se quedará en la calle porque al final con ese servicio la gente se dará de baja en el seguro.

No sé lo que pensáis. ¿Me habré excedido? ¡Pobre gente esta del Santander! Igual no tenían suelto para pagar mi reparación. Se lo ha llevado todo calentito Don Rodrigo esta semana. ¡Qué asco!

lunes, 9 de septiembre de 2013

Políticos y deporte (I): Batacazo olímpico

El batacazo de Madrid como sede para los Juegos de 2020 me lleva a hacer dos reflexiones claras que expondré en los próximos días en este blog personal. Son opiniones independientes, de un ciudadano normal, que -gracias a Dios- puede trabajar a diario y tiene sus preocupaciones. Ahí va la primera.

No diré que me era indiferente si Madrid organizaba o no los Juegos de 2020. Para mi profesión siemprer es bueno que ocurran cosas lo más cerca posible de mí y he de admitir que me hacía cierta ilusión acreditarme para un evento de tal envergadura. Luego está el estrés que habríamos pasado, o el debate sobre si ante la grave situación económica del país era idóneo o no gastar dinero público en un gran evento deportivo.

Dejo para los analistas las razones y conjuras palaciegas que han dado los Juegos a Tokio. Hoy me voy a centrar en el nivel de la clase política española. A cierta hora de la tarde, creía que lo había visto todo con la exposición del presidente Mariano Rajoy. En español (sí, un presidente del Gobierno no sabe más idioma que el vernáculo), torturó a los miembros del COI con un discurso propio del debate sobre el estado de la nación. Expuso lindezas sobre el crecimiento (se referiría al del paro) y afirmó que nuestro país es líder en exportaciones (contará a los miles de jóvenes que se 'autoexportan' porque no encuentran trabajo).

Mariano Rajoy sonrojó a todos los españoles quedando en evidencia que miente o, cuando menos, manipula la realidad. Dio un discurso fuera de lugar ante un centenar de señores a los que tomó por estúpidos y tales atrevimientos ante gente que no te debe nada, se pagan. Claro está, que a cierta hora dudo que los miembros del COI se acordasen ya del presidente.

Con lo de Ana Botella y su clase de 'Aprende inglés con Muzzy' ya tenían bastante. Hoy leía en Twitter a la jugadora de baloncesto Amaya Valdemoro lo dolida que estaba por las 'bromitas' sobre Madrid 2020. Estoy de acuerdo con que lso deportistas que sentían la candidatura como algo suyo no les hará ninguna gracia que estemos de guasa... Pero es que ante esperpentos como el de la señora alcaldesa, los españoles estamos aprendiendo a reír por no llorar.

¡Claro que me da vergüenza que esa señora me represente! Pero prefiero reír ante su 'relaxing cup of café con leche', o su entonación a lo Leticia Sabater. Porque si me lo tomo en serio, llego a la conclusión de que no es de recibo que esa mujer figure un minuto más como alcaldesa de una de las capitales más importantes del mundo. Y aquí llega mi reflexión: como la señora Botella, muchos de nuestros políticos no están a la altura.

¿Se imaginan a una importante multinacional contratando a Ana Botella tras una entrevista de trabajo del perfil del discurso del sábado en Buenos Aires? ¿Contrataría alguna gran firma a Mariano Rajoy como director general? El problema, en mi opinión, es que hay muchos que hacen carrera en la política porque en la empresa privada lo tendrían complicado para acceder a un puesto mínimamente cualificado. Y luego, nosotros les votamos. Así nos va.

PD. Este no es un raje a ningún partido en concreto ni a los políticos en general. Hoy, sin ir más lejos, he hablado con un buen político. El problema es que los que empujan para salir en la foto y, a la postre, los que más salen, suelen ser los más inútiles.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Regreso

Escribo estas líneas a minutos de rastrear el armario y rescatar uno de mis pantalones largos, a los cuales he marginado durante los últimos 31 días. Se acabó. Hoy toca volver al tajo. En apenas una hora regreso a las largas jornadas hasta la medianoche. Recién pasada esa frontera entre agosto y septiembre, me encontré con un compañero y amigo del periodismo. Estaba en la heladería La Caseta de.l'Eliana degustando los últimos instantes de asueto -eso y una deliciosa leche merengada- cuando me saludó Rafa Montaner: "¿Qué tal, Moisés?". La respuesta, típica y llena de melancolía: "Aquí, apurando lo bueno, que vuelvo mañana".
Ambos torcimos el gesto al unísono porque los dos sabemos cómo es la vida cotidiana dentro de las trincheras del periodismo: la redacción, ese lugar al que cada día llegas sin saber qué sorpresas te aguardan y a qué hora saldrás. Imagino que en unas horas me invadirá eso que llaman síndrome post vacacional, que no es otra cosa que añoranza de los días de playa, tardes de lectura o noches a la fresca; cervezas heladas, horchatas con fartons o paellas junto al mar.
No han sido mis mejores vacaciones. ¡Cómo hemos echado de menos la escapada a Asturias de 2012! Sin embargo, las hemos disfrutado, según diría alguien 'trambóliko', como hemos querido. Y en la puerta de acceso a la rutina, este pretende ser un pequeño ejercicio para no tomarse el regreso al trabajo como el inicio de 11 meses de penitencia. En estos tiempos, tomármelo así me parece una falta de respeto a seis millones de personas que añoran la vuelta al tajo. Tampoco cantaré lo de 'silbando a trabajar' de los enanitos de Blancanieves. Simplemente es lo que toca.

jueves, 29 de agosto de 2013

Ilusiones rotas

Como periodista con alma de reportero, siempre he tenido algo de voyeur. Me gusta observar y escuchar para luego escribir lo que he visto y oído. Esta entrada reproduce una situación real que se produjo hace unos días en una tienda de videojuegos de un centro comercial de los alrededores de Valencia. Los nombres, ni los sé ni son importantes. Vamos allá...

Entra un niño de unos 12 años y se pone a husmear entre los juegos de segunda mano para PS3. Elige uno y una mujer, su abuela, acude al encuentro del chaval.
-¿Me lo compras? -masculla el chico- mira, es barato...
-Yo no tengo dinero, pídeselo a tu madre.
-Ya te he dicho que hoy no te iba a comprar ningún juego -responde la susodicha madre desde la distancia, sin molestarse en acceder a la tienda.
-¡Jolín! ¡Ya habéis roto mis ilusiones!
-Yo sólo tengo 19 euros -apunta la abuela, manteniéndose firme de el papel de poli bueno.
-¿De verdad? ¿No tienes más? ¿Son otros 20 de nada? -insiste el chaval, ahondando en la grieta que ha dejado abierta la abuela.
-No, yo no tengo más dinero. Pídeselo después a padre -recula la mujer.
-Es que no me lo comprará, él también es muy malo.

Llegado a este punto, dejo de escuchar. Sigo escrutando videojuegos sin intención de comprar, pero elaboro una triple reflexión mental. Dos posibles reacciones si el chaval fuera mi hijo y una moraleja.
-Reacción A: 'Un gustazo pero nada pedagógica'. Soltarle un buen mascón al mastuerzo al tiempo que se le espeta: 'Como soy tan malo, el siguiente videojuego te lo compraré cuando el Almería gane la Liga'.
-Reacción B: 'Más complicada pero más educativa'. Proponerle al chaval que me lave el coche una vez por semana. Le propondría pagarle 5 euros cada vez y, cuando los tuviera, iríamos juntos a comprar el juego. Para esto hay que hacer de tripas corazón ante lo de las 'ilusiones rotas' y 'eres muy malo'.
-La moraleja. Desde bien pequeños nos tienen educados en que el consumismo feroz nos da la satisfacción. Pasamos horas de ocio deambulando por centros comerciales sin nada necesario que comprar. Reaccionamos ante los 'por sólo 10,98 euros' sin pensar en que con eso podemos comer más de un día entero. Nos seducen con el 'te lo financiamos al 0% de interés'. Y sí, formamos parte de una generación que ya ha intentado chantajear a la abuela para que nos compre algo que nuestros padres nos habían negado.

martes, 27 de agosto de 2013

Historias de L'Eliana (II): SOS desde una farola

Hay ordenanzas municipales que me parecen absurdas. Hace unos meses leí una noticia de que en un municipio, no recuerdo cuál, se pasaba a sancionar a quienes colocaran anuncios en las farolas. De acuerdo con que a estas enormes luciérnagas de metal se las ve más esplendorosas sin esos papeles pegados con celo y que se consumen a la intemperie. Y por supuesto no sería de recibo que una gran empresa emplease este tablón de anuncios gratuito para llevar a cabo su particular campaña publicitaria.
Subrayo, por el contrario, la notable efectividad de este 'medio de comunicación' al paso de cualquier viandante. Este verano me he parado ante el anuncio de un vecino que había perdido un hurón, el del padre o madre que vende libros de Primero de Bachiller, o el de la señora que ofrece sus servicios para cuidar niños o ancianos. Algunas de estas farolas son como el 'prime time' de una cadena de televisión. Están al paso, como la que hay justo al lado de la farmacia de enfrente del centro de salud de L'Eliana. Allí colocó Amparo el mensaje de socorro que reproduzco en la fotografía que acompaña esta entrada.
Se trata de un simple folio con cuatro retratos que pretenden confeccionar un breve cómic. En cada instantánea aparece un perro, de cuyo hocico emerge un bocadillo. '¡Ayuda!', imploran los animales. Debajo de esta composición, se explica que estos canes se hallan abandonados en una casa y que los vecinos de los alrededores, al percatarse de que estaban famélicos y hacía tiempo que nadie se pasaba por allí, los están alimentando.
'¡Hay que ser hijoputa!', pensé cuando acabé de leer. Abandonar a un perro al que has criado en la calle me parece ya una aberración... pero dejarlos a su suerte, encerrados en una casa sin posibilidades de buscar comida es una canallada. Al andoba, si es que alguien se preocupa de denunciarlo, puede caerle una multa por maltrato animal y ya está.
Amparo no busca al amo, sino a gente que quiera adoptar a esos perros. Aunque yo no tengo posibilidades de llevarme otro a casa, he querido usar este humilde foro para corear su mensaje de socorro: el suyo y sobre todo, el de los cuatro animales abandonados. Si a alguien le interesa, esta vecina culmina el escrito con su mensaje de socorro. Si nadie se hace cargo de ellos, como comenta, al final los canes serán sacrificados. Si alguien lo evita, las farolas de L'Eliana habrán tenido, de nuevo, una utilidad accesoria a la de iluminar las calles durante la noche.

jueves, 22 de agosto de 2013

Historias de L'Eliana (I): Aguas sucias

Tuerce el gesto y se lleva la mano a la nariz. La izquierda, mientras usa la derecha para espantar la nube de mosquitos. "Vámonos de aquí, porque ya me está dando malestar de garganta". Juan y Sonia no median ni una palabra más. En ese ambiente enrarecido, cualquier bocanada de aire puede resultar nociva. "Estas aguas están muy sucias, ¡qué horror!", comenta él mientras apretuja contra su pecho a su hijo menor. La mayor echa la mirada atrás mientras su mujer la arrastra hacia la salida.
Cualquiera diria que esta familia se había perdido en el laberinto subterráneo que conforma el alcantarillado público. Me los encontré esta semana apoyados sobre una celosía de escayola, observando el estanque del parque de L'Eliana, cuyas aguas surcan a diario decenas de patos. Este padre, joven de apenas 40 años, soportaba el mal trago mientras sus hijos permanecían embelesados mirando las aves.
Cierto, había mosquitos. Agosto, agua, animales, ¿qué pretendía? Tampoco es mentira que el agua no era cristalina... tampoco se hallaba al pie de un manantial pirenáico. ¿Su malestar de garganta? Casi puedo afirmar que lo había somatizado, que de arranques hipocondríacos se un rato... El fictício Juan -no iba a preguntarle el nombre y tampoco lo desvelaría si lo supiera- sufría por sus dos pequeños y la de enferemdades que podía transmitirle a él y su familia una horda de insectos y unos cuantos patos.
Mientras me alejaba, casi caigo en la tentación de esbozar una sonrisa como preámbulo de la correspondiente carcajada. Pero entonces noto un tirón en el brazo derecho al tiempo que escucho una respiración ronca y acelerada. Miro a mi perro y recuerdo que toma jarabe, y usa collar, pipeta y spray para ahuyentar a los flebotomos... y porque no puedo instalarle un antiaéreos en el lomo. Sufro cada vez que vomita, si lo veo apático o si caga un poco suelto. Mirándolo bien, si alguna vez soy padre, igual causo más risa que mi desconocido Juan, o como se llame.

martes, 20 de agosto de 2013

La vuelta al cole

Pasear a 40 grados a las 15.07 inspira... inspira los mismos impulsos atávicos de toda la vida. Bendita ignorancia, dicen. Así es. Ese odio contenido a los templos del consumismo llamados centros comerciales no existía antes de empezar la EGB. Sí, soy de la EGB, ya van muchos años desde que, mediado Primero aprendí a leer...
Demasiados años con sus veranos y todo soportando la 'fruta' (cámbiese 'fr' por 'p', es por si me lee algún niño) 'Vuelta al cole'. Anuncios de 'El Corte Inglés' en la tele, publicidad estática de 'Continente' en los lugares más visibles... tan visibles como la cesta de la puerta de mi urbanización donde dejan sus fardos los chavales de 18 tacos, esos que se ganan el suelcedito veraniego repartiendo propaganda.
La propaganda de 'Carrefour' me ha devuelto al pasado, al presente y al futuro. A ese pasado en el que los anuncios de la tele y las publicidades estáticas de toda la ciudad te recordaban que dentro de nada volvían los madrugones, las clases de matemáticas y los deberes por la tarde.
Las tardes del presente, después de todos esos años de cole, instituto y universidad, son mucho más largas, a veces hasta bien entrada la noche, hasta que sale del horno el periódico de mañana. Y hoy los señores de 'Carrefour', así les entre flojera y golpes de tos al mismo tiempo, me han recordado mi inminente futuro: restan 11 días para mi vuelta al curro...
Esa vuelta es amarga cuando pienso en la de cosas para las que ya no tendré tiempo y dulce si reparo en lo que darían 6 millones de personas por regresar al tajo el 1 de septiembre. Ese 1 de septiembre aún les restará a los estudiantes 9 días de asueto. Cuando los centros educativos abran sus puertas, las grandes superficies llevarán tres semanas torturando al personal con que el estío concluye y que con él se consume el tiempo de relax.
Claro está, no pueden relajarse con tanta competencia, tantas mochilas, libros de texto y libretas por vender. Bolígrafos, rotuladores, ropa nueva... La 'Vuelta al cole', como la Navidad, San Valentín o el inicio del verano, entre otros momentos del año como el importado Halloween, se han convertido en repetitivas fiestas del consumismo. Un año de estos, nos la anuncian a principio de julio.  

jueves, 15 de agosto de 2013

La máquina del sexo

No sé si es por mi mente calenturienta, pero algunos productos guardan en si mismos un alto contenido sexual por su estructura fálica. Va, tú que estás leyendo esto porque te ha llamado la atención el título, no me negarás que has hecho alguna que otra broma con los plátanos, los pepinos, los fartons o el conocido helado Calipo. Precisamente esa mañana hacía un calor de justicia y, mientras esperaba en la calle, no le hubiera hecho ascos a un buen Calipo... de los que se meten en el congelador, claro.
Estaba en la puerta de un kiosco, esos establecimientos donde conviven las revistas porno -pulcramente colocadas fuera del alcance de las manos, que no de los golpes de vista, de los niños- con chucherías y baratijas que atraen a todos los diablejos del barrio.
Mientras esperaba a que le compraran un juguete a mi sobrina, observé cómo ese kiosko había cambiado el escaparate por tres máquinas de esas que te venden un refresco, una chocolatina o un paquete de papas al triple de su valor habitual. También me fijé en que todo el que paseaba ese domingo por la mañana -y no eran pocos- se paraban en la máquina del medio, la radiografiaban durante unos instantes, y se marchaban.
En los 10 minutos en los que estuve allí esperando, analicé la reacción de todos los viandantes que hacían un alto en el camino frente a ese armatoste. Sonreí al ver a una señora mayor que puso cara de estupor, al hombre de 40 y tantos padre de dos hijos que miraba de soslayo por encima de sus gafas de sol, y al par de veinteañeras que se escabullían entre risas tras comprobar el precio del artículo 52.
Aquella máquina ofrecía, entre sus dos homólogas cargadas de refrescos y golosinas, artículos como condones de sabores, consoladores y algún que otro lubricante. Una máquina del sexo disponible las 24 horas en la calle: a plena luz del día o al abrigo de la noche por si entre un apretón, que nunca se sabe.
No lo veo ni bien ni mal. Me llamó la atención, sin más, como a la anciana, al padre de familia... y al par de pícaras jovenzuelas quienes, por cierto, consultaron el precio de un consolador con forma de plátano. Y sí, sé que este era el artículo 52 porque antes que todos ellos, yo también estuve un rato escrutando la máquina del sexo.