domingo, 9 de marzo de 2014

La escalera

La escalera separa un mundo de otro. El de los de dentro y el de los de fuera. Esos últimos deambulan durante todo el día como si fueran hormigas. Atraviesan el fondo de este pozo inmenso. De sur a norte o viceversa. Ajenos a lo que ocurre alrededor de ese bucle que discurre por siete plantas que avanzan en círculo hacia el firmamento.
Los otros, mientras tanto, aguardamos a nuestro turno. Como un grupo de condenados resignados a su destino. A ese instante en el que nos sumiremos en un sueño profundo que puede parecer eterno. Vemos correr gente por las escaleras durante esos días interminables. Y venciendo al vértigo, aún a riesgo de caer al vacío hacia las entrañas del pozo, observamos con envidia cómo deambulan los otros.
Junto a esas escaleras infinitas, he hallado mi halo de paz diaria durante una semana. Por la mañana. A mediodía. Por la noche, cuando el flujo de hormigas-persona se interrumpe hasta el día siguiente. Sólo así puedo constatar que ha transcurrido una nueva jornada. Una tras otra. Sin novedades. Sin que vengan a por mí.
Empieza mi segunda semana. Vuelvo a ver la escalera infinita. Ese pozo que parece no tener fondo. Puede que haya llegado mi momento. Ese instante en el que no sabes si sentir miedo o alivio. El inicio de un viaje hacia el limbo, de donde vuelves siendo otro. En mi caso, con una córnea nueva.
Espero que, como hace 14 años, el mal trago sea para bien. Que vuelva a ver pronto la escalera y en unos días pueda recorrerla feliz, hacia las entrañas de la clínica Barraquer. Unirme a ese hormiguero que recorre a diario el hall del edificio. Caminar de norte a sur para pisar la calle de Barcelona, y regresar a mi casa. A L'Eliana. A mi querido hogar junto al Mandor.

domingo, 2 de marzo de 2014

Volver a empezar

Miro hacia el Mandor. A ese barranco que un día dio nombre a este espacio. Lo hago por última vez. Sí, por última vez con estos ojos, tal y como son a día de hoy. Y en una semana y pico espero volver aquí. A mi casa, con mi gente y a mi vida. Ser el mismo pero vivirla mejor en este nuevo intermedio al que me obligan las circunstancias. Como hace 14 años, hoy tengo miedo, incertidumbre y esperanza a partes iguales.
Miedo. Es la sensación que tiene un tipo como yo, alguien que odia las agujas y a los médicos cuando se enfundan la bata. A nadie le gusta pasar por el quirófano, pero os digo que para mí esto es un mundo. Escribo un poco para intentar tranquilizarme y para ser justo con toda la gente que me conoce y a la que le gustaría que le hubiera dicho que me operan.
Incertidumbre. Soy un películas. Lo reconozco. Como hace 14 años, siento que habrá un antes y un después, cuya frontera estará en esos 50 minutos (eso me han dicho) en el quirófano de la clínica Barraquer de Barcelona. Cuando me intervinieron del ojo izquierdo había acabado, a falta de una asignatura, la carrera de magisterio. En el año siguiente, la acabe, trabajé con mis tíos como comercial y entré en Las Provincias. Esta vez, cuando me van a cambiar la córnea del derecho, sigo en el periódico, donde he hecho amigos, he invertido muchas horas de trabajo y en no pocas veces he disfrutado escribiendo. Me marcho después de que mi entorno cambiase. ¿Para mejor? ¿Para peor? Valorarlo no sería justo para los que están ahora, puesto que de mi lado se marchó alguien a quien hoy considero a ese hermano mayor que deseé haber tenido desde pequeño. El tiempo me lo dirá. Quizás necesitase este paréntesis para digerir el final de una etapa y el inicio de otra. Veremos. Y nunca mejor dicho.
Esperanza. Y esa es precisamente mi esperanza. Ver mejor. Vivir mejor. Disfrutar mejor de cada instante, del tiempo. Como periodista, como persona. Hoy me marcho a Barcelona sin alguien con quien he compartido la mitad de estos últimos 14 años desde que salí por primera vez del quirófano. Y lo hago sintiéndome en deuda, con la necesidad de estar bien cuanto antes para exprimir mejor nuestra existencia a partir del 4 de marzo de 2014 y espero que por la eternidad. Ya estoy deseando volver a empezar.


PD. Después de todo el rollo, la noticia resumida es que el martes 4 de marzo me trasplantan la córnea del ojo derecho, para tratarme el queratocono que sufro. Supongo que esto me habrá quedado un poco moñas, pero es lo que siento a menos de 48 horas de la intervención.