sábado, 12 de septiembre de 2015

Madera

Tengo el día en mi mente. Como si fuese una película que puedo reproducir una y otra vez en mi cabeza. El momento en que sonó el despertador. La entrada a la iglesia con la banda sonora de 'Batman begins'. El instante en que te vi llegar emocionada al estrado (no me preguntes por qué, pero ese momento lo guardo con especial nitidez y me ha ayudado mucho durante este tiempo). La llegada a La Calderona con una hora de retraso. Las sorpresas durante el convite. Mi lamentable actuación en el vals, El momento en que despedimos a los últimos invitados y nos quedamos al fin solos.
Hoy hace cinco años de eso. "El sábado celebramos nuestras bodas de madera", de decías esta semana. Dentro de pocas horas se cumple un lustro desde que por primera vez dormimos en nuestra casa. Recuerdo que aquella noche estaba vacía. Como si hubiéramos llegado a un planeta desierto. Pero ese planeta se ha ido llenando. Hemos echado madera y cinco 12 de septiembre después, la fogata sigue encendida.
No ha sido fácil. Tampoco especialmente difícil. A veces hemos dicho que ser tan diferentes nos ha ayudado. En otras ocasiones, a los dos nos hubiera gustado tener más puntos en común en la forma de ver las cosas. Desde luego no somos una pareja de montañeros, o de músicos, o de surferos... gente a la que une una pasión en la que invertir el tiempo libre. Anoche mismo, tú estabas en el sofá con tu enésima manualidad y yo escribiendo estas líneas. Un rato antes yo había visto el Levante antes de que tu disfrutases de tu telenovela. A mí me ha dado por salir a correr y tu prefieres ir en bicicleta... Pensar diferente a veces enriquece, pero otras genera tensiones que, bien pensado, también nos han hecho crecer.
Juntos pasamos una pesadilla en México, disfrutamos de Asturias, celebramos tu carrera de enfermería, hemos mirado hacia el mar y dentro de él en Girona, Xàbia o donde fuera necesario... hemos visto películas, consumido series de forma compulsiva y nos hemos quedado sobados hasta las tantas en el sofá.
En nuestras bodas de madera, el fuego sigue vivo. Y mientras la vida se consume, día a día, sin prisa pero sin pausa, tienes mi compromiso para seguir luchando por que nuestro amor jamás quede reducido a cenizas. Que nuestros lazos sean cada vez más fuertes, resistentes, como el hierro.

PD. En este texto no quiero olvidar a nuestros amigos Voro y Ruth, que hoy precisamente celebran sus bodas de hierro. Fue un placer ver cómo en nuestra fiesta ellos conmemoraban su primer año de casados.