miércoles, 2 de noviembre de 2016

Tras el Halloween, toca el Día de Acción de Gracias

Lo reconozco. Escribo este post porque ya me había comprometido a ello. Quería rajar del Halloween en los días previos a que llegase lo que para mí es un despropósito. He fracasado. Los días de trabajo y otras obligaciones han hecho que los fantasmas y las brujas se me hayan aparecido de repente. Esta mañana me desperté con el Facebook disfrazado de niños disfrazados de seres tenebrosos. Eran los hijos y sobrinos de muchos de mis amigos.
No me voy a extender demasiado. No son horas y, total, no creo que vaya a conseguir nada. No tenemos remedio. Desde ‘Bienvenido Mr. Marshall’ hasta la fecha, los yankees han tenido la habilidad de hipnotizarnos con cualquier péndulo que nos pongan delante. Hemos adoptado como nuestra una de las fiestas de los mismos que han sido capaces de mezclar las Fallas con la Semana Santa. Llevamos unos años en los que, sin saber por qué, celebramos Halloween. Nos disfrazamos, salimos de fiesta o quedamos a cenar para conmemorar algo que no sabemos ni qué significa.
He pasado los últimos días reflexionando sobre ello y lo que más me indigna es que el maldito Halloween coincide con el Día de Todos los Santos y en la víspera del Día de los Difuntos. Soy cristiano, pero no católico y nunca he tenido esa costumbre tan católica de ir al cementerio el 1 de noviembre. Sí me acerco de vez en cuando a pensar frente a la lápida de mi abuelo. Y, la verdad, veo más saludable acordarnos de la gente que nos ha cuidado y querido, pero que ya no están, que disfrazarnos de bruja, fantasma o zombie.
Si de lo que se trata es de parecernos cada vez más a los estadounidenses, dentro de nada tenemos una nueva oportunidad. Se acerca el Día de Acción de Gracias. ¡Qué tiemblen los pavos!