viernes, 30 de septiembre de 2016

De vuelta a Ràdio Túria

Hace algo más de dos décadas, ser periodista pasó de ser para mí un sueño a un proyecto de vida. Quería trabajar como periodista. Hoy me encanta escribir, pero en aquellos años mozos, mi anhelo era narrar los eventos deportivos más importantes del mundo. Hacía poco que había venido a vivir a L’Eliana, a un chalé de una calle paralela a la avenida de Las Delicias. Mis padres entablaron cierta amistad con unos vecinos, cuya hija colaboraba con Ràdio Túria. Fue ella, Dafne, quien me presentó a Pilar y a Rafa, que iban a conducir un programa durante los Jocs Esportius y que posteriormente harían otro los domingos por la noche cuando arrancase la temporada futbolística.
Recuerdo que aquel año, L’Eliana había subido a Preferente. Y ese es el mejor recuerdo de mis inicios. Lo demás roza la catástrofe. Como peores instantes de mis primeros pasos radiofónicos están la corrección en antena a Juanjo Montaner durante una retransmisión de fútbol (y su correspondiente rapapolvo también en vivo y en directo) y la clasificación que leí en la jornada 1, siendo incapaz de pronunciar correctamente Betxí. Antes he mentido. Pese a esas anécdotas, mis recuerdos sí son buenos. Recuerdo que Rafa y Pilar entendieron que estaba empezando, me animaron y no me dedicaron una sola palabra más alta que otra.
No voy a cansar a quien aún esté leyendo con más anécdotas. Resumiré unos cuantos años en Ràdio Túria afirmando que esta emisora ha sido vital en mi vida. Me ha ayudado a conocer gente maravillosa, a saber cosas de mi pueblo, a perder el miedo de hablar en público o a formarme como periodista. Gracias a esta radio he podido narrar decenas de partidos de fútbol, una final de balonmano femenino desde Eslovenia y redacté mi primera crónica de pilota para el periódico Las Provincias, donde actualmente trabajo.
Estoy muy agradecido a Ràdio Túria y a su director, Manolo Villada, por aquellos años y por tenderme ahora la mano para que pueda volver. Hoy sigo escribiendo de pilota y otros deportes en Las Provincias, pero tengo ese gusanillo radiofónico… Desde este otoño, siempre que el ritmo frenético del periódico y la vida lo permitan (que espero que sí), voy a presentar ‘Val i 30’. Será media hora de pilota en valenciano. Siento una mezcla de ilusión y responsabilidad.
No me ganaré la vida con ello, pero espero contribuir a difundir un deporte maravilloso que forma parte de nuestra cultura. También quiero devolver a Ràdio Túria un pedacito de lo mucho que me dio. He leído recientemente un artículo de opinión donde se aseveraba que la función de formar periodistas no es municipal sino universitaria. Esta afirmación tiene una parte de verdad pero esconde, espero que por ignorancia, una realidad mucho mayor.
Una radio municipal da la oportunidad a todo el que lo desee acercarse a un medio de comunicación y decidir si quiere hacer de él una afición o una profesión. A toda una generación de periodistas nos dio un lugar donde empezar, e hicimos programas que se escuchaban en toda la comarca. Pero también permite difundir contenidos que no tienen cabida por diferentes motivos en los medios autonómicos o nacionales. Desde una exposición a un partido de fútbol, desde la presentación de un libro a un estilo determinado de música.
No es cierto que Ràdio Túria la sintonicen sólo los familiares de los colaboradores. Yo he estado la noche de antes de un examen pegado a la radio, escuchando un especial de elecciones municipales para saber quién iba a ser el alcalde de L’Eliana y los del resto de Camp de Túria. Recuerdo que, en una era sin internet, había gente que cogía el coche para escuchar los domingos ‘A pie de pista’ porque la señal no llegaba a su casa y querían oír un programa sobre la jornada en la Regional Preferente. Hoy día, con la red de redes es más fácil llegar a cualquier rincón. Este otoño tengo la intención de que este ‘Val i 30’ sea una vuelta a mis orígenes: una forma de disfrutar de la radio, de seguir aprendiendo para ser mejor periodista y, de paso, enganchar a los elianeros (y a quien quiera a través de los podcast) al maravilloso deporte de la pilota.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Para Samuel

Un día tu y yo nos reiremos de esto. Espero que quieras reírte conmigo. Que no te haya fallado por el camino, o que no creas que lo he hecho. Esa mañana, tarde o noche, yo volveré a reprocharte en broma lo de tu nombre y lo de tu cumpleaños. ¿Sabes cuántas veces me han llamado Samuel? En el colegio, en el instituto, en la universidad, en el trabajo… amigas de mi madre, profesores, recién conocidos. Samuel. Un nombre que ahora está de moda, pero que en los 80 identificaba con los retoños a las familias cristianas. Samuel, casi Samuel. Ese soy yo. Y tú, Samuel, el que casi se ha apropiado de mi cumpleaños. Porque a estas alturas, y aunque sé que por un día el 26 de abril sigue siendo mío, asumo que en los próximos años la familia va a cuidar más tus tartas, tus regalos, tus fiestas de cumpleaños. ¿Te digo la verdad? Yo haré fuerza para que así sea. Y como te decía al principio, espero que llegue un momento en que tú y yo nos riamos con ello. De esto o de lo que sea. Yo con una birra delante, y tú con lo que quieras. Porque eso es lo que deseo para ti, Samuel: que la vida te permita hacer lo que quieras.
Quien hayan leído o escuchado estas líneas antes que tú puede identificar en ellas cierto regusto a melancolía. Puede que tengan razón, o no. Justo ahora, cuando las escribo, recién empezado tu primer otoño de vida, estoy donde quiero y haciendo lo que quiero. Siento el frío del anochecer pirenaico en una terraza a los pies de la estación de esquí Grau Roig. Te lo recomiendo, si quieres. Escribo mi primer texto en el ordenador que me regaló tu tía Maggie por nuestro sexto aniversario y degusto un café con leche sin azúcar. Pero no hablemos más de mi.
Bueno, sólo un poco. Tenía seis años el día en que tuve a tu madre por primera vez en brazos. Mis padres me sentaron en un sillón y entonces, cuando no había riesgo de que se me cayera, me la pusieron encima. La fotografía está por algún álbum. Pensé en esa instantánea la mañana en que te vi por primera vez. Fue en el hospital 9 d’Octubre y también te tuve un momento entre mis manos. Esta vez, de pie. La razón, que han pasado casi 31 años, más de tres décadas entre un instante y otro. Aunque sea una irresponsabilidad por su parte, ahora ya se fían de mí.
Ahora ya te he tenido en mis brazos varias veces, te has recostado sobre mi hombro, has tirado de mi barba, me has babeado y me has sonreído. Yo he pensado en cómo pasa el tiempo, en qué pasada es esto del milagro de la vida y he pedido a Dios ser una buena influencia para ti. Que me permita estar a tu lado, que pueda llevarte a Orriols, que disfrute de tu primera competición deportiva y no sé cuántas cosas más.
Me encantaría que te gustase el fútbol, la pilota, leer, pasear por el monte, el cine… pero sólo si tú quieres. Samuel, hace unos días, mientras pensaba en ti noté un nudo en la garganta. Me descubrí pidiéndole a Dios que seas bueno y feliz. A partir de ahí, tu vida es sólo para ti. No me permitas llevarte al fútbol o al trinquet si no te gusta. No elijas la guitarra o la raqueta por complacer a alguien. No acabes un libro si has leído una página entera pensando en otras cosas. Elige tu camino y, si tú lo deseas, ahí estará tu tío Moisés. Acompañando a ese pequeñajo que usurpó su casi nombre y su casi cumpleaños.