Cuando las vi
aparecer rodeadas por sus familiares, no eran ni las 21 horas. La
última vez que agradecí a Alejandra que hubiesen venido, creo que
rozábamos la media oche. En todo ese tiempo no percibí una mueca de
hastío. No borraron la sonrisa mientras nos acompañaron en la gala
de entrega de los premios de Valencianos para el Siglo XXI,
concedidos cada año por el periódico Las Provincias. Alejandra
Quereda y Elena López merecen este y cualquier galardón. Por la
plata olímpica y por su saber estar. Sólo cometieron un error. Esta
se la guardo, y se lo dije: los taconazos.
Aquí el que escribe
es el modelo español medio, el de la generación que ya buscamos los
40. Quizás un poco por debajo en cuanto a estatura y algo por encima
en cuanto a peso. Ya al saludarlas en la entrada noté que algo no
iba bien. “¿Qué tal? Gracias por venir. ¡Ya era hora de que nos
conociéramos en persona!”, les dije a las dos gimnastas, con las
que he hablado varias veces por teléfono durante el último año
para hacer algunas piezas en el periódico. Para los protocolarios
dos besos, ambas tuvieron que agacharse y de inmediato visualicé
este momento, en lo alto del escenario y con todo el auditorio
observando la escena.
No tenía más
salida que tirar hacia delante. Olvidé el mal trago que era
inevitable y me centré en la conversación con las dos chicas. En el
rato de espera, un compañero vino con sus dos hijas a que las niñas
se hicieran una foto con las gimnastas y que estas les firmasen un
autógrafo en la revista que se entregó en la gala. Luego se acercó
otro compañero, cuya pequeña también practica rítmica. “Es un
sacrificio para vosotras y para las familias, ¿eh?”, comentó.
Alejandra y Elena tienen caracteres bien distintos. Alejandra es
mucho más dicharachera, Elena más tímida y parca en palabras. Pero
ambas atendieron a todo el que se les acercó con una amabilidad
exquisita. Me sorprendió el enorme dominio que tienen de la rítmica
de la Comunitat y de España. Conocen clubes y entrenadoras de las
tres provincias y dominan el calendario de competiciones, desde las
nacionales hasta las provinciales. “¡Claro, es nuestro deporte!”,
dijeron. Les sorprendió que esto me sorprendiese. Pero claro, cuando
hay futbolistas que no saben en qué ciudad están cuando quedan dos
horas para disputar un partido…
Llegó el momento.
La gala. Antes de que empezase el acto, vi a ambas sumergidas en sus
teléfonos móviles. Las únicas entre los galardonados. Los seis
periodistas que entregamos premios, achicharraríamos más del 25% de
nuestra batería durante la velada. Antes del inicio, Alejandra había
colgado una foto del escenario en su cuenta de Twitter. Sonó la
música, empezó el evento con el discurso del director del
periódico, Julián Quirós…
La gala se fue en un
suspiro. Para entonces yo ya pensaba continuamente en los escalones
donde no puedes tropezar, en que no se te puede caer el trofeo y en
los tacones de Alejandra y Elena. Todo salió más o menos bien
excepto, claro está, que las gimnastas tuvieron que agacharse para
saludarnos ante la mirada de los asistentes, entre ellos mis
compañeros, panda de…, que desde entonces no han dejado de
recordarme la instantánea. Un último trago fue el de los discursos.
¡Con lo que me gustaba a mí el Guerrer de Moixent y van y cambian
el diseño del trofeo tras el 150 aniversario del diario! Es una
estatua más moderna pero pesa lo suyo. Lo comprobé durante el
agradecimiento de las dos chicas. ¡Menos mal que fue breve!
A Alejandra la vi
después durante el ágape. “Esta de los tacones te la guardo”,
le dije. Se rió. Bueno, lo cierto es que no dejó de sonreír. No sé
si le dejaron probar un canapé con tanta fotografía, autógrafo y
saludos de gente que quería felicitar a las gimnastas por la
maravillosa e histórica plata lograda en Río. Elena se tuvo que
marchar corriendo, pues tenía un compromiso.
De la gala de este
año me quedo con el honor de haber entregado un premio a dos chicas
maravillosas y que han hecho un enorme esfuerzo para cuadrar sus
agendas y acompañarnos. De que los otros galardonados son en mi
opinión más que merecidos: como integrante de la sección de
deportes también me enorgullece que se haya reconocido al maratón y
ver en el escenario al gran Paco Borao recibiendo la distinción de
mi amigo Alberto, y también me encantó el dscurso y el saber estar
del militar de la UME. Y sobre todo, quiero reconocer el acierto del
compañero, Pedro Toledano, que cerró el acuerdo para que en el
ágape se sirviera cerveza Turia.