tag:blogger.com,1999:blog-64053637042193731012024-03-13T00:18:00.222+01:00Con vistas al MandorRelatos y reflexiones sobre todo un poco concebidos al abrigo de la quietud de L'ElianaMoshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.comBlogger190125tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-58949434859095407302023-12-30T18:00:00.212+01:002024-01-01T12:32:29.755+01:00La Champions de Mosh Libros 2023<p>En primer lugar, quiero saludar a la gente que durante mucho tiempo siguió este blog y espera con paciencia a que lo reflote. Lo he prometido tantas veces que ya no me atrevo a hacer tal cosa, comprometerme a escribir de una forma más o menos periódica por aquí. Lo mantengo como un espacio personal que no debe causarme estrés y donde pueda expresar justo lo que yo quiera, sin cortapisas. Cierro 2023 sólo con tres entradas, la penúltima de mayo. Esta va a ser para presentar la segunda edición de un juego que inventé hace un año a través de mi cuenta de Instagram y que voy a repetir.</p><p>Este año, además, le hemos dado un nombre que, si tenemos salud y ganas, mantendremos de cara a la tercera edición y, si cabe, sucesivas. Bienvenidos a la 'II Champions de Mosh Libros' que, como en la pasada, se trata de que mis seguidores me ayuden a elegir el que ha sido el mejor libro que me he leído durante los últimos 365 días. En esta ocasión han caído 20 más otro que está ya a la mitad a 29 de diciembre, pero que incluiremos en el elenco de 2024 incluso en el improbable caso de acabarlo antes de Nochevieja.</p><p>Este año me hace especial ilusión el juego puesto que el elenco incluye, junto a autores de gran prestigio y autores de best sellers, otros que han escrito amigos, algunos de hace mucho tiempo y otros que he ido conociendo gracias a la publicación y promoción de mi primera obra, 'Los Cafés de Pelayo': PUBLICIDAD, quien aún no lo tenga y quiera hacerse con un ejemplar, que me contacte. </p><p>El sistema de competición esta vez va a ser de dos fases: la primera, de clasificación, donde sólo 'caerán' eliminados cuatro libros: una primera eliminatoria que salvará a diez (que se hará en cuatro días), una segunda que salvará a cinco (en dos días) y una última en la que sólo se salvará el más votado. Como el año pasado, se publicará una story con una encuesta para cada eliminatoria y el plazo para votar acabará a las 23 horas (para no perder los datos).</p><p>La segunda fase, con 16 libros, será eliminatoria directa. En octavos habrá dos eliminatorias diarias y a partir de cuartos, una. Como el año pasado, haré los sorteos previamente: como en 2022, sorteo puro con la única salvedad de que si han pasado la fase inicial, los libros de un primer autor se 'enfrentan' entre sí. Dicho esto, y como me estoy enrollando, deciros que la competición empezará el 2 de enero y a continuación os hago una pequeña explicación de cada libro -tranquilos- sin 'spoilers'.</p><p><b>1. Las Madres (Carmen Mola).</b> Lo siento a quien pueda condicionar, para mí es el mejor libro de Carmen Mola, que además explora un tema polémico, de actualidad y de forma original. Y de nuevo, mediante una novela negra con tintes casi gore en algún momento, lo que echa para atrás a parte del público. </p><p><b>2. El nombre de la rosa (Umberto Eco).</b> Un clásico que tiene parte de novela histórica, novela negra y filosofía. Una auténtica obra maestra que he tenido demasiados años pendiente. Me costó un poco porque tiene una prosa densa, con conversaciones muy profundas que a veces conviene saborear.</p><p><b>3. Los seres queridos (Jorge Alacid).</b> La obra de un compañero en LAS PROVINCIAS que, en mi opinión, proyecta plenamente su carácter. Algún personaje hay que incluso piensas: "¡Es él!". El libro te mantiene en intriga y yo esperaba un desenlace en otro sentido, por lo que puedo decir que me sorprendió. Dibuja lo que es la redacción en un periódico local o regional como en el que trabajamos. </p><p><b>4. Todo arde (Juan Gómez Jurado).</b> Fiel a su estilo, mantiene la tensión, sabe manejar el ritmo y te permite una lectura ágil. Thriller puro y duro con el sello del autor. Acaba de publicar la segunda parte de esta trilogía, aunque personalmente del úniverso en el que Jurado está escribiendo sigo quedándome con 'El Paciente'.</p><p><b>5. Novela de ajedrez (Stefan Zweig).</b> "Es un clásico, una apuesta segura", me dijo mi compañera Laura Garcés cuando le comenté que me lo estaba leyendo. Y lo fue. Novela corta pero que te da varios giros y que además incluye varios diálogos de lo más interesante. </p><p><b>6. Claus y Lucas (Agota Kristof).</b> Primera recomendación de los amigos de la librería 'Imperio' y que acertaron al definirlo como "una puta obra de arte". Realmente es una trilogía incluída en un único volumen. Empieza cuando una madre deja a sus dos hijos gemelos en casa de su abuela , en un pueblo y en tiempo de guerra. Y acaba... hasta ahí puedo leer. Os volará la cabeza. </p><p><b>7. Agnes (Javier Peña).</b> Una especie de novela confeccionada a base de pequeñas historias que conforman la vida de un hombre cuyas mujeres con las que se relaciona acaban teniendo un final trágico. De nuevo, el periodismo como hilo conductor. Curiosa y recomendable por lo diferente. </p><p><b>8. Totes les portes (Naskunur Garbega).</b> Un placer leer esta historia de mi amiga Núria, que debuta como novelista. Escrita en valenciano, es un relato vital y realista. Por eso no maquilla ni el inicio, ni el desarrollo, ni el desenlace, que como hemos prometido, no vamos a desvelar... leedla!</p><p><b>9. El problema de los tres cuerpos (Cixin Liu).</b> Me la vendieron como una obra maestra de la ciencia ficción, género que tenía aparcado desde hace un par de años. Lo es, y además, de primera calidad, abordando el problema de la ecología. De forma alegórica, también trata el tema de las creencias en el más allá o en un mundo mejor. Es el primero de una trilogía. <br /></p><p><b>10. Veintitrés fotografías (Sònia Valiente).</b> Otra ópera prima de una compañera y amiga, que además he conocido mejor gracias a la publicación de mi libro. No es el estilo de literatura que suelo consumir, pero lo devoré. Relato que me pareció 'muy de Sònia' y que recomendaría sobre todo a mujeres de a partir de 30 años.</p><p><b>11. Todo lo que muere (John Conolly).</b> Primero de la serie de uno de los maestros de la novela negra. Quizás como me lo habían vendido tan bien en el momento me dije: 'Pues no es apra tanto'. Pero sí, con los clichés del género, genera un ambiente lúgubre en el que el ritmo no decae en ningún momento.</p><p><b>12. Rosy & John (Pierre Lemaitre). </b>El cuarto de la serie 'Camille Verhoeven' (realmente el tercero cronológicamente) es distinto. Trepidante, pero como me dijeron con la sabiduría de siempre en la librería 'Primado', no tiene nada que ver con el resto. Eso sí, creo que hay que leerlo o se deja la serie incompleta. </p><p><b>13. Camille (Pierre Lemaitre).</b> El cuarto o el tercero, como se quiera ver, también sorprende como el resto de los libros. Recomendable, pero una vez leídos los cuatro, sigo haciendo mi diagnóstico cuando a final de 2022 llegué al ecuador: el mejor 'Iréne' por su bestial deslenlace (con 20 páginas en las que echarías a correr junto al personaje) y cerca 'Alex'por los giros y el abroche final.</p><p><b>14. El hombre capaz de hacer felices a todas las mujeres (Rubén Espinosa Cotcho).</b> Otro amigo que he hecho en mi debut literario y de nuevo una novela en la que salí de mi zona de confort. No he leído nunca novela erótica y esto me dio capaz para escribir un relato (que de momento y creo que seguirá así no verá la luz). Además, plasma un gran saber sobre poesía, una de las pasiones de Rubén (pero que no es lo que yo suelo consumir). Me resultó a veces complicado, por lo que he expuesto, pero me aportó mucho, igual que charlar con su autor. </p><p><b>15. Valencia Roja (Ana Martínez Muñoz).</b> ¿Una Carmen Mola a la valenciana? Desde luego la construcción del personaje principal tiene semblanzas con Elena Blanco, así como parte de su equipo. Tiene el atractivo -para los valencianos- de desarrollarse en lugares donde conocemos. Aborda el tema de la prostitución con una novela negra ágil, entretenida y escabrosa en algún momento como herramienta. A mí me entretuvo.</p><p><b>16. La piel del tambor (Arturo Pérez Reverte). </b>Mi ración anual de Reverte la encontré en un rastro de Mojácar por un euro y la consumí, semanas después, en las playas del Cabo de Gata. Empezó bien, se desarrolló mejor y acabó con la sensación de que no es de las mejores de un autor cuya prosa jamás decepciona. Siempre, eso sí, es un placer volver a Sevilla, aunque sea mediante las páginas de un libro.</p><p><b>17. Cáscara de nuez (Ian McEwan).</b> ¿Qué pasaría si un feto fuera el único testigo y, por tanto, el único que podría frustrar el asesinato perfecto de su padre, a manos de su madre y el amante de esta, que además, es el hermano de la víctima? Complicada, ¿no? La pregunta, digo. Pues este es el planteamiento de una novela muy original, donde no faltan disertaciones filosóficas del autor en boca del nonato. Y un buen desenlace, quizás, el único posible. </p><p><b>18. Nadie en esta tierra (Víctor del Árbol).</b> Mi novela negra del año, sin duda. O el descubrimiento del año: el de un autor que conocí en la primera ponencia del congreso 'Escrivivir' y que sólo con esto ya estaba totalmente justificada la inscripción. Luego compré el libro, dedicado por supuesto, y que me enganchó de principio a fin por la historia y sus personajes, desde el protagonista hasta los que duran una veintena de páginas. </p><p><b>19. Los reyes de la casa (Delphine Devigan). </b>Un libro que sirve como fábula para familias jóvenes con hijos, sobre todo quienes caen en la tentación de exponerlos en demasía en internet. Expone un caso extremo pero que muestra los peligros de prácticas cada vez más habituales.<br /></p><p><b>20. Las cosas que no nos dijimos (Marc Levy).</b> Este libro me apareció durante la limpieza del trastero de casa, en una caja entre objetos de lo más variopinto. Me lo tomé como señal para leerlo aunque no sea mi género habitual, todo lo contrario. Historia para pensar, reflexionar y actuar en el sentido de intentar no dejar asuntos pendientes con las personas más cercanas porque no sabemos cuándo dejaremos de tener la oportunidad de resolverlos. <br /></p><p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p>Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-68690048784975459962023-05-20T08:00:00.001+02:002023-05-20T08:00:00.137+02:00Mi primera vez en Mestalla<p>No voy demasiado por Mestalla, eso que vaya por delante. Quienes me conocen saben de mi preferencia por el Levante. Una noche de radio escuché a José Ramón de la Morena, maestro de muchos de los que actualmente somos periodistas, decir que él no había escondido nunca que era del Atleti. Lo consideraba un ejercicio de objetividad. Adopté su decisión como mía en cuanto entré en la redacción de Las Provincias hace ya dos décadas: soy granota y me gusta el Barça como poso de una adolescencia admirando al equipo tejido por Johan Cruyff.</p><p>Estamos en una sociedad que no admite los grises. Por la regla de tres que acabo de plantear en el párrafo anterior, despejando 'X' el resultado de la ecuación debería proclamar: 'Moisés es antivalencianista'. Y no. Por mucho que picase durante varias semanas a mi amigo Pablo después del 7-0 del Karlsruhe. Por mucho que siga alimentando esa rivalidad con 'xotos' cercanos, se me ocurre por ejemplo mi compañero Álex Serrano.</p><p>Pero no. No soy anti valencianista y sí, también tengo mis días en Mestalla. Como casi cualquier periodista, a decir verdad, la mayoría han sido en jornadas laborales. Tuve la suerte de ir bastante en la etapa de Benítez. También después, en la época de Emery. Recuerdo especialmente un partido contra el Mallorca en el que Antonio Badillo, que entonces era jefe de deportes, me mandó a vivirlo junto al banquillo local para hacer una contracrónica. Pedí que me acreditaran para estar a pie de césped, pero me contestaron que esa ubicación era para fotógrafos. No me conformé con aquella respuesta y con la ayuda de un compañero gráfico conseguí un peto. Damià Vidagany, que por aquel entonces era el jefe de comunicación del club, me pilló, no recuerdo si casi al inicio o en el descanso, me dio dos toquecitos en la espalda y me dijo: "¡Al final te has colao!".</p><p>En los últimos años apenas he ido a Mestalla... a partidos. Porque sí recuerdo una entrevista, para el centenario del club, con el actual entrenador, Rubén Baraja. Llegó unos diez minutos tarde, en bicicleta, y nos sentamos en tribuna. Estuvo de lo más amable en aquella charla. También he tenido la suerte en llegar al césped en las dos o tres ediciones de la carrera popular que se celebró durante el Circuito de Valencia. Impresiona entrar al coliseo con las gradas vacías, no quiero ni pensar lo que supondrá jugar ahí con 45.000 personas gritando.</p><p>Pero sin ningún lugar a dudas, me quedo con mi primera vez. Me he acordado de ella al escuchar la bonita entrevista que este jueves le ha hecho Javi Lázaro en Radio Marca a Sergi Calvo, coordinador del libro 'Cent'. La obra, que nace con motivo del centenario de Mestalla, recoge una serie de relatos de gente valencianista, contando algún partido que les marcó. Entre esas personas está mi amiga Lourdes Martí. Y a mí me ha venido a la mente aquel domingo por la mañana en el que fui al coliseo de la avenida de Suecia por primera vez. Un cliente de mis padres nos regaló dos entradas para el filial, y fui acompañado de mi abuelo. Tendría diez o doce años. Creo que estábamos en sillas gol norte. Me impresionó el olor a césped y el continuo murmullo del público, así como el estallido de alegría ante el tanto local. Creo que aquel día decidí que me iba a gustar el fútbol.<br /></p>Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-26713514807042586112023-01-22T08:00:00.002+01:002023-01-22T08:32:09.463+01:00El abuelo cumpliría 100 años<p>Me despierto. Son las 11.45 horas. Dato para hacer daño, con toda la intención de corroer de envidia a esos que siguen animándome de la paternidad antes o justo después de quejarse de lo poco que duermen y de su nula existencia lejos de los biberones y los pañales. Lo necesitaba después de una semana agotadora, más mental que físicamente, que también.</p><p>"Este año el abuelo cumpliría 100 años".</p><p>El whats app de mi padre serpentea entre las legañas. Mi retina lo descifra a pesar de que mis gafas siguen en la mesilla de noche. El mensaje serpentea por mi cerebro, que se activa. Se clava en una de las amígdalas, o en las dos. No en las de la garganta, donde siento un nudo.</p><p>Se pone en marcha el hipocampo y empieza a generar emociones con el recuerdo a aquel señor bajito, sin demasiado pelo y con gafas. "¡Jodeer, cómo sigo echándolo de menos!". Hace ya 11 años y un mes desde la última vez que interactué con él. "¡Venga abuelo, que te vas a poner bien!". Estaba sentado en una camilla en la residencia, aquejado ya de la neumonía que un par de días después acabaría de consumirle. Me miró y negó con la cabeza. No tenía estudios, pero era inteligente.</p><p>Sabía que su cuerpo, más de Seat 600 que de Twingo, y con motor de camionaco de esos que van por la A-7 más que Ferrari, estaba ya para el desguace. Mi abuelo fue de esas personas que aprendieron desde la niñez a ganarse la vida con las manos. De esa generación que sabía cuándo iba a llover sólo con mirar al cielo. De esa España que entendió a base de la miseria que trae una guerra civil y una posguerra que lo más importante es poner un plato encima de la mesa cada día.</p><p>Mi abuelo me llevaba a la playa, jugaba a fútbol conmigo y vimos juntos los primeros partidos. Era muy del Real Madrid, que algún defecto tendría que tener y ese era el suyo. Bueno, no tanto porque nos servía para discutir entre risas. </p><p>Los abuelos se van demasiado pronto. O quizás sea que la gente, en general, se va demasiado pronto. Sigo necesitando al abuelo. Lo noto porque cada vez que he tenido una semana mala, siento la necesidad de peregrinar hacia su tumba y recordar. Eso rellena mi barra de energía. Imagino lo que le habría contado y también represento su reacción.</p><p>"¡Che! ¡Será posible! ¡Anda tira p'allá o te pego un sopapo!". </p><p>Vale, sí, eso me lo decía cuando discutíamos de fútbol, pero su reacción no diferiría mucho. Seguro.</p><p>Que una vez traducido en mi cerebro sería algo así: "¡No me toques los cojones con que estás jodido por esa chorrada! ¿En serio? ¿Por una mala semana en el curro?". Y seguiría:</p><p>"Jodido es que con seis años te envíen todos los días al campo con un rebaño de ovejas y que sin haber disfrutado la niñez te conviertas en un eslabón más de la endeble cadena productiva familiar".</p><p>"O... jodido es volver a casa y comprobar que el perro pastor rebelde que se había escapado del monte ha destrozado los productos de la matanza que nos iba a dar de comer medio invierno". (lo que le pasó al chucho ya lo contaré otro día).</p><p>"O... jodido es que se muera tu mujer y te quedes solo para criar a tus dos hijos".</p><p>"O... jodido es tenerte que ir del pueblo a vivir a Valencia para sacarlos adelante".</p><p>"O... jodido es...". </p><p>Delante de su tumba he pensado en lo afortunado que soy de vivir en una casa cómoda y por la que pago un precio razonable en un momento en el que los alquileres están descontrolados y minados de precios abusivos. En la suerte que es tener una compañera de vida de fiar en un tiempo en que puedes esperarte que te apuñale hasta tu sombra. En que dentro de una semana viajaré para correr un medio maratón y no para sobrevivir a cambio de dejar atrás mis recuerdos y mi forma de vida. Me han venido a la mente sus patatas a lo pobre, que para mí eran un manjar pero que en su juventud era lo único que podían echarse a la boca después de una dura jornada de curro en el campo y tras haberlas cocinado en una cazuela abollada...</p><p>Podría haberme quedado un buen rato pensando. Como otras veces. Pero esta hacía un frío que pelaba.</p><p>El abuelo se marchó consumido el 14 de diciembre de 2011. Desear que se quedara con nosotros un tiempo más como estaba era no quererle. </p><p>Pero ojalá hubiera gozado de cierta salud y estuviera ya ancianito, pero con ese optimismo y alegría que derrochaba cuando yo era niño. En este 2023 habríamos celebrado una buena fiesta por su 100 cumpleaños. Igual es lo que toca, para recordar que ese hombre pequeñito y sin estudios universitarios nos enseñó a todos cuál era el rumbo.</p><p>"Gánate la vida a base de trabajo y presta tu ayuda a los que tienes a tu alrededor". No me lo dijo con palabras, pero lo observé con sus hechos. </p><p>Una vez más, me he dado cuenta de que lo echo de menos. Y que cuando me vaya, me gustaría que ya cumplidos los 100 años, yo haya sido para alguien un ejemplo, como lo fue mi abuelo para mí.</p><p><br /></p>Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-53753240834939344212023-01-08T21:31:00.003+01:002023-01-09T22:00:20.683+01:00La Champions de mis libros de 2022<p>Esta es una de esas ideas locas que de vez en cuando se me ocurren. Entre las cosas buenas que me dio 2022 fue reencontrarme con la lectura. Nunca la he dejado, en realidad, pero durante demasiado tiempo mi bagaje se ha limitado a un par de obras por año. Eso y lo que obliga mi trabajo, que como muchos sabéis es de periodista, actualmente deportivo. Por una serie de casualidades he decidido y me han ayudado a hacer cambios en mi vida y uno de ellos fue apartar pasatiempos que no me aportaban nada para leer más. Ya empecé en 2021 y lo he aplicado mejor en 2022, con un resultado de 16 libros de narrativa.</p><p>La idea loca consiste en organizar durante una semana "La Champions de mis libros". En esta primera edición, y que pretendo organizar cada año si hay cierta participación, la intención es elegir el mejor libro que me haya leído este año. Para ello, os pido algo tan simple como que votéis en Instagram. El formato será de eliminatorias directas que estarán activas durante 24 horas. </p><p>El primer sorteo será este lunes. Se configurarán los octavos y el día que se someterá a votación cada libro (lunes o martes). Los ganadores del lunes irán a cuartos el miércoles (sorteo martes) y los del lunes, a jueves (sorteo miércoles). Las semifinales serán viernes y sábado y la final, el domingo. El primer sorteo no será puro, ya que obligatoriamente se enfrentarán libros de un mismo autor, siempre que en 2022 me haya leído dos o más. </p><p>Lo dicho, una frikada que espero que os divierta. Sólo busco pasar el rato y, de paso, recomendar las novelas que más me gustaron el año pasado. Y de paso, como ya ha empezado 2023, espero vuestras recomendaciones porque la idea es superar la marca de 16 libros. Por cierto, para condicionaros totalmente, voy a publicar aquí la lista con un breve comentario de lo que me pareció cada obra.</p><p><b>1. Línea de fuego (Arturo Pérez-Reverte).</b> Me gustó mucho porque transmite muy bien el ritmo y el agobio de la guerra. Además, se muestra equidistante entre ambos bandos. Sé que esto es precisamente algo que le ha criticado alguna gente por esta obra, pero a mí me pareció algo destacable: en la guerra, en uno y otro lado, hay gente que la disfruta y otra que preferiría no haber existido a estar pegándose tiros con gente a la que ni siquiera conoce. </p><p><b>2. La bestia (Carmen Mola).</b> Inicié mi experiencia con estos polémicos autores (ya sabéis, lo del seudónimo) con el premio Planeta de 2021 y me parece, sinceramente, la novela más floja de las 4 que he leído hasta final de 2022. Pretende ser un thriller de época con varios giros para un desenlace de película de acción, a mi modo de ver, poco creíble. Un simple pasatiempos.</p><p><b>3. La novia gitana (Carmen Mola).</b> El primero de la serie de Elena Blanco y que ya ha tenido adaptación a una serie de televisión, para lo que estaba claramente preparada la novela. Buena historia, aunque quizás muestra sus cartas demasiado pronto.</p><p><b>4. La red púrpura (Carmen Mola).</b> La continuación necesaria por cómo quedó 'La novia gitana'. Resuelve cosas que deja abiertas en la primera novela aunque a mi entender pasa un poco como en 'La bestia', el desenlace es demasiado de película de acción.</p><p><b>5. Irène (Pierre Lamaitre).</b> Sensacional novela negra. Cuando charlé con el dueño de librería 'Primado' y le dije que me estaba leyendo a Carmen Mola, me lo recomendó. Me dijo: "El final te va a dejar sobrecogido. Te recomiendo que después dejes pasar un tiempo hasta leer la continuación". Efectivamente, el desenlace, por lo que ocurre y por el ritmo que le pone el autor a las últimas 40 páginas pone los pelos de punta. Lo recomiendo a cualquier aficionado a la novela policíaca a quien luego no le afecten ciertas cosas...</p><p><b>6. La Nena (Carmen Mola).</b> La más oscura y escalofriante de las tres novelas sobre Elena Blanco, antes de que haya salido a la venta 'Las Madres'. Muy dura y explícita en algunos momentos y sin duda la más libertad deja a los personajes, quizás porque los básicos están de sobra presentados. </p><p><b>7. Diez negritos (Agatha Christie).</b> Un clásico que cayó en mis manos gracias a la iniciativa 'Sentim les llibreries', a la cual os animo a participar si la repiten. Luego resulta que ya la tenía en mi biblioteca pero no la había leído. Aunque fue escrita hace 100 años, su autora demuestra por qué se la considera una de las reinas del suspense. </p><p><b>7. Flores para Ariana (Fernando Pampliega). </b>Novela del periodista que estuvo 299 días secuestrado en Afganistán. No es autobiográfica pero no por ello dejéis de pensar que os va a hacer un nudo en la garganta. Plasma a la perfección el lamentable papel que tienen las mujeres en ciertos regímenes. Lo peor de todo es que lo que cuenta en la novela ha podido perfectamente ser una realidad. Muy buen libro, pero estremecedor. No lo recomiendo en un mal momento anímico.</p><p><b>8. La reina de Ichnusa (Óscar Hernández-Campano).</b> Empieza muy bien y tiene durante todo el libro un trasfondo político y se le puede adivinar una reivindicación de los regionalismos. Conforme se acerca el desenlace se va haciendo previsible y a mi juicio se diluye un poco.</p><p><b>9. Alex (Pierre Lamaitre). </b>Independiente a 'Irène', aunque hay que leer el primero para entender cómo está Camille Verhoeven, el policía protagonista. Más trepidante que el primero, con un par de giros argumentales... novela negra de primerísimo nivel.</p><p><b>10. Purgatorio (Jon Sistiaga).</b> No me voy a tapar, de los mejores del año y posiblemente el que más he disfrutado. No he leído 'Patria', pero muy bueno tiene que ser para superarlo. Bueno si se presta más atención a la historia, pero también si se analizan los diálogos entre el secuestrado y uno de los secuestradores. Como habréis adivinado, el escenario es el conflicto vasco.</p><p><b>11. El día que se perdió la cordura (Javier Castillo).</b> Un libro de verano, un thriller sencillo de leer que tiene el mérito de atraparte. Con capítulos cortos, lenguaje sencillo y el suspense de no saber muy bien lo que está pasando, está bien para pasar el rato.</p><p><b>12. Que se levanten los muertos (Fred Vargas).</b> Me lo recomendaron por ser una novela negra diferente. Es cierto y su gran atractivo son los protagonistas, 'Los tres evangelistas'. Es el primero de una serie. Está bien escrito, pero a mí hubo un momento en el que me aburrió y después el desenlace no me sorprendió demasiado. </p><p><b>14. El día que se perdió el amor (Javier Castillo). </b>Pretende ser la continuación de la primera pero yo lo calificaría más como una fotocopia. El autor usó la misma estructura para una segunda parte que, es mi opinión, no era necesaria más que para aprovechar la marea del éxito. Es cierto que como la primera te atrapa y, por lo tanto, puede servir para unos días de desconexión.</p><p><b>15. El Paciente (Juan Gómez-Jurado).</b> Para mí es su mejor novela, al menos de las cinco que me he leído (en 2021 cayó la trilogía, que me va a tocar repasar). Te atrapa con el lenguaje sencillo pero también con la facilidad del autor para empatices con los personajes. Plantea un dilema muy humano y un desenlace con giro argumental que puedes llegar adivinar.</p><p><b>16. Cicatriz (Juan Gómez-Jurado).</b> Una historia previa a la trilogía ('Reina roja', 'Loba negra' y 'Rey blanco') que te presenta a un personaje que saldrá más adelante... Me costó engancharme y claro, en mi opinión mejorar a partir del ecuador de la novela. </p><p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p>Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-61746515763718827622023-01-06T11:04:00.002+01:002023-01-06T12:13:14.274+01:00He-Man y Skeletor<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinRwnBPSATt35zqZlxT0XscLgH5tE1oMc8aee5Mpepep-GrVIOEsgAYK37wndUL0uTu6sHj65EWUFj97fYtKxXXp9VarOmGpuVzZubi11htNWzEK_WNB65Knb4AGwOAgU1Jd03dxe3jzXCltHjzRoAq-qjwKu6pruocI4hVXJ_hcO7iUi29ePCgtYMhg/s4032/hemanskeletor.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinRwnBPSATt35zqZlxT0XscLgH5tE1oMc8aee5Mpepep-GrVIOEsgAYK37wndUL0uTu6sHj65EWUFj97fYtKxXXp9VarOmGpuVzZubi11htNWzEK_WNB65Knb4AGwOAgU1Jd03dxe3jzXCltHjzRoAq-qjwKu6pruocI4hVXJ_hcO7iUi29ePCgtYMhg/w400-h300/hemanskeletor.jpg" width="400" /></a></div><p></p><p>¿Qué os han traído los Reyes? Cuando escribo estas líneas, yo aún no lo sé. He visto que han dejado unos regalos, para mis sobrinas, para Maggie y para mí y que han esparcido restos de zanahoria y galletas por el salón. Se han bebido el vaso leche que les dejamos -uno para cada uno, claro- y los camellos han bebido agua. Imagino que después de esta noche, tanto los magos como los animales, deberán tomarse una caja de Almax y pasar un par de días en ayunas. Si en todas las casas los agasajan así y ellos corresponden devorando los alimentos...</p><p>Bueno, a lo que iba. Anteayer, el 4 de enero para el que lea, en medio de un día complejo en el trabajo, me vino de repente Héctor Esteban y me soltó: "Moi, ¿qué pediste a los Reyes y que nunca te trajeron?". Héctor es un tío raro, creo que como todos los periodistas. Es una muy buena persona y un profesional del periodismo capaz de sacar temas del desierto y exprimir cualquier cosa que vea para sacarle una moraleja. Sin ninguna razón, una tarde trae coca de llanda para toda la redacción o roscón para merendar el 5 de enero. Igual bromea que de repente se cabrea y entra en ebullición... pero luego se le pasa y ni rastro. Pero en el momento, es un volcán. Y una de las cosas que le molestan es que no vayas a lo concreto (si está leyendo ya lo tengo mosqueado). Por eso, yo le contesté al primer toque: "Una moto Feber". "¿Tú querías una moto de esas...?". "Sí, sí, de niño, era pequeño...". "Sí, sí, está claro...". Se lo apuntó en un papel y se largó.</p><p>Le conté, aunque ya no sé si me escuchó demasiado, que tampoco puedo tener quejas, que en casa siempre habían hecho el esfuerzo para que tuviera algo que hubiera pedido. Mis primeros Reyes los recuerdo viniendo a casa por la tarde. Un vecino disfrazado (ni de Melchor ni de Gaspar porque llevaba una barba postiza negra) entró en el salón y me dio un paquete: era un humilde puzle, de esos que cada pieza era un cubo y que, por tanto, había seis imágenes que completar. Mis padres, en mis primeros años, iban justitos de pasta y aún así en casa nunca me faltó un regalo. Mientras, al niño de tres pisos más arriba, un buen chiquillo pero que tampoco se portaba mejor que yo, le llenaban la habitación de juguetes. Quizás por esta razón, entre otras, mis progenitores optaron por contarme muy pronto la piedra filosofal de la magia de los Reyes Magos.</p><p>Recordando en estas horas también me han venido a la mente otros juguetes que nunca tuve: algún balón de tal o cual Mundial, muñecos Gijoe... y a He-man y Skeletor. A mis padres no les hacía demasiada gracia que jugase a la guerra o tuviese muñecos que llamaban "feos", así que a los Reyes Magos, a ellos mismos, les pusieron esa línea roja. Héctor se paseó dos días antes de Reyes por la redacción preguntando porque este viernes 6 publica su columna de opinión semanal. La ha dedicado a los juguetes que nunca tuvimos, en su caso el barco pirata de Famobil o Playmobil. La <a href="https://www.lasprovincias.es/comunitat/opinion/regalo-nunca-trajeron-20230106234239-ntvo.html" target="_blank">podéis leer aquí</a>, os la recomiendo.</p><p>Como os he dicho líneas arriba, extrae moralejas de todo o casi todo. Y de ese trozo de plástico que nunca le trajeron los Magos de Oriente concluye, precisamente, que no todo se puede tener. Es cierto. Un pensamiento que me hace muy bien cada vez que noto florecer la frustración por algo que no consigo es pensar en los millones de personas que son felices con menos de lo que yo tengo. Y funciona porque si te vas a los extremos y piensas a los niños que están en campos de refugiados y su regalo más deseado en Reyes es recibir un plato de comida, flipas. Yo he sido feliz sin mi moto Feber. He-man y Skeletor sí están en mi estantería de los libros, lógicamente en el lugar donde almaceno los de fantasía épica. En una comida familiar salió un tema de conversación similar al de esta entrada y la columna de Héctor. En mi siguiente cumpleaños me llegó uno y para Navidad, el otro. Mi madre se metió en internet y los compró de segunda mano. Como no sé a quién le he leído en las últimas horas en una publicación de Instagram, con el paso de los años me he dado cuenta que el mejor regalo de Reyes son los padres.</p><p><br /></p>Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-41114993915443493462022-12-18T22:37:00.006+01:002022-12-18T22:37:52.478+01:00Paso olímpicamente (II): Kempes-Maradona-MessiEl 18 de diciembre de 2022 se ha consumido con la mirada dirigida a Qatar. Se acaba al fin este Mundial de fútbol atípico y extraño. Como era de prever, los ríos de tinta cargando contra la celebración del campeonato en un país donde no se respetan los derechos humanos están ahora secos. Ahora todos hablan de la soberbia final (para que negarlo) y de Messi. De Argentina, ese país que se mueve al ritmo del balón y que en menos de medio siglo ha disfrutado de tres astros a los que ha idolatrado y que les han correspondido con otros tantos Mundiales. Esta semana os voy a contar mi percepción de las tres grandes figuras que han hecho reinar a la Albiceleste.<div><br /></div><div><b>Kempes (1978).</b> Yo no había nacido pero de Mario Alberto Kempes siempre cuentan la anécdota de que, al día siguiente de conquistar el Mundial, desapareció. Se marchó a pescar y estuvo ilocalizable. Así de simple como es, a decir verdad, el Matador. No soy valencianista, ni mi familia ni yo. En casa he oído hablar de Kempes de pequeño, pero no con la admiración justa y necesaria que le profesa cualquier buen aficionado del club de Mestalla. </div><div>Mi primera noción de lo que representaba Kempes fue cuando le vi hacer magia en su partido de homenaje. Eso fue antes de que empezase a colaborar con el periódico y me mandasen a entrevistarle para no se qué embolado. No he encontrado ese texto, pero sí tengo grabado en la mente de que quedamos en un bar, pro la zona de la Gran Vía de Fernando el Católico. El Matador y yo estuvimos en la barra tomando café y charlando. Como dos amigos, de cosas vanas. Cuando acabamos me desayunar me dijo: "Tendremos que hacer la entrevista, ¿no?". Me atendió con paciencia y amabilidad el tiempo que necesité. Como algunas otras veces más a lo largo de los años. Ahora me siento afortunado de haber disfrutado de la cercanía de un mito que no vive en esa burbuja donde sí están encerrados los futbolistas de estos tiempos. </div><div><br /></div><div><b>Maradona (1986):</b> Me pilló demasiado niño para disfrutar de él en directo. Crecí admirando sus vídeos, primero cuando ocasionalmente los ponían en la tele, más tarde cuando me empezaron a llegar por los diferentes formatos de comunicación que hemos tenido en internet. He sido más consciente de la decadencia del Diego Armando Maradona que de la construcción del mito futbolístico. Lo lamento y mucho porque por un par de años no he podido disfrutarlo.</div><div>No tengo por tanto elementos de juicio para posicionarse sobre si es mejor Messi o Maradona. Quizás mejor así. ¿A quién quieres más, a mamá o a papá? Hay preguntas a las que nunca me ha gustado responder. ¿No será mejor haberlos disfrutado a ambos, quienes hayan tenido esa suerte? La lástima es que en Qatar no se haya podido dar la imagen de los tres mitos del fútbol argentino sosteniendo la Copa del Mundo de 2022.</div><div><br /></div><div><b>Messi (2022).</b> Cuando empecé a hacer crónicas de fútbol iba en ocasiones a Cracks. Antes de ser contratado por Las Provincias escribí también para Levante-EMV, Superdeporte y una agencia de Barcelona llamada Área 11 que servía crónicas a periódicos regionales. Tocaba cubrir juveniles de División de Honor y Cracks me pillaba cerca de casa. Allí jugó también un tiempo el filial del Levante. ¿Por qué digo esto? Porque entonces ya se hablaba de un chico bajito del Barcelona, argentino, que hacía maravillas con el balón. "Si es que intentas hacerle falta y cuando armas la pierna ya ha pasado", me dijo un día un jugador. Se refería a Messi.</div><div>A Messi lo hemos disfrutado todos los aficionados al deporte, incluso los que lo niegan por la camiseta que defendió durante la práctica totalidad de su carrera. Merece retirarse con este Mundial. Yo soy él y no me vuelvo a ceñir la Albiceleste para un partido oficial. No va a tener un mejor último baile. Voy a reconocer un pecado: desde el principio del Mundial iba con Argentina, pero dudé un poco tras el partido contra Holanda (me niego a llamarle Países Bajos). Me parece que los argentinos no estuvieron educados y me supieron especialmente mal las críticas inmerecidas hacia Mateu Lahoz. El árbitro valenciano es una buena persona y me consta que estuvo preocupado durante unos días por la trascendencia que había tenido su actuación y si eso iba a afectar a su familia. Messi sabe de sobra que sí da el nivel y por bastante. En Qatar hemos visto un Messi más canchero, canalla... una pose en la persecución de su último gran sueño. Ahora me alegro de que lo haya hecho realidad, pero entonces me decepcionó porque en la vida no puede valer todo. </div>Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-45940616134844879152022-12-11T21:51:00.001+01:002022-12-11T21:51:32.004+01:00Paso olímpicamente (I): La culpa fue de Tite<p>Necesitamos culpables. Alguien que nos sirva como sparring contra el que descargar nuestras frustraciones. Ya ejecutado, hay quienes siguen cargando contra Luis Enrique porque la selección quedó fuera del Mundial de fútbol antes de lo que pensábamos. Hablábamos de si queríamos en semifinales a Inglaterra o Francia sin haber jugado ni contra Marruecos ni frente a Portugal (o Suiza). Y resulta que ni se ganó a Marruecos ni los lusos, con España fuera, se han metido en semifinales.</p><p>Igual lo que pasó es que Marruecos tenía un plan y lo ejecutó. O que, en un mal partido, esa de Sarabia pegó en el poste y se marchó fuera. Y los africanos están en semifinales pero Portugal tuvo varias claras, de esas que no se suelen fallar, pero que esta vez sí se erraron. Cuando salgo a correr, que desde hace ya bastante tiempo lo hago sin música, me da por pensar. A veces cosas trascendentes, otra me viene alguna idea para el trabajo y, en ocasiones, me da por divagar conmigo mismo. </p><p>Y este domingo me he puesto a pensar en el Mundial. Zancada a zancada y bajo la lluvia, me ha venido a la mente un reportaje que ví el sábado por la noche sobre Brasil. Adivinad: "La culpa de la eliminación de la Canarinha es de... ¡Tite!". Sí, del entrenador. El fútbol tiene mucho de ciencia exacta. Si se pierde, dilapiden al entrenador, a no ser que el portero haya errado de manera estrepitosa o el delantero haya fallado un gol cantado, y el autor del fallo no cuenta con el favor de la mayoría. Y por Brasil no tienen demasiado en cuenta el partidazo del portero de Croacia, o la mala fortuna de encajar en el único disparo del rival.</p><p>Necesitan descargar la frustración. Como los aficionados españoles tras la derrota ante Marruecos. Ante esas situaciones pocos paran a pensar que sólo una selección volverá feliz. Ni siquiera las cuatro que este fin de semana han sido pasto de la euforia por meterse en semifinales. Sólo una ganará. Y entonces, de nuevo habrá quienes alcen la mirada en busca de un culpable. Pocos introducirán en su análisis la variable de que en el deporte de élite se dan muchos condicionantes, entre ellos la competitividad del rival que busca el mismo objetivo o la fortuna. </p><p>También sucede en la vida. Nos frustramos por lo que no conseguimos, a veces incluso sin pelear por ello. Muchas veces nos quejamos de lo que no tenemos sin agradecer lo bueno que nos ocurre. Por ejemplo, yo he consumido la tarde de domingo jugando al 'Mario kart' con mi hermana, mi madre y mi sobrino Samuel. El chiquillo de seis años ya nos gana, incluso nos lo restriega. En la única carrera en la que todo le ha salido mal se ha llevado un buen mosqueo. Parece que eso de la frustración es algo innato en el ser humano. </p>Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-87318989580928872162022-12-05T00:13:00.001+01:002022-12-05T00:13:13.204+01:00El Maratón de Valencia<p>Iba para dos años que no me pasaba por aquí. ¡Cómo hemos cambiado desde entonces! Vivíamos tiempos en los que nos decían que aquello nos haría mejores, pero no. Ha habido hasta una guerra (¡una, digo!) de la que ya incluso apenas se habla. No, definitivamente no somos mejores como especie, igual hasta todo lo contrario. Pero el Covid ya no está ahí... otra mentira.</p><p>Después de un par de días de catarro, me sentí demasiado mal como para que aquello fuera un simple enfriamiento por correr en los días de aire. Me metí el dichoso y desagradable palito en la nariz y... ¡positivo! Como aquella vez en la que lo sospeché al no notar el olor de una mandarina. O como cuando Maggie lo pilló por culpa de un imprudente que nos pudo ocasionar un buen disgusto.</p><p>La diferencia es que esta vez yo sí he tenido síntomas, que no han llegado a ser graves. Pero como la otra vez que me infecté, me ha pillado en puertas de un evento que debía cubrir por trabajo y al que me hacía ilusión acudir. Esta vez ha sido el fantástico Maratón de Valencia, que ha sido una pasada en cuanto a la élite y que ha hecho felices a miles de corredores populares que han llegado a meta. Apuré hasta el sábado por la noche: me hice una prueba que por un rato me pareció negativa. Rápidamente envié un par de mensajes para ir este domingo a la zona de prensa... media hora después, unos mensajes y una sombra en el test me hicieron desistir: me tocaba teletrabajar desde casa.</p><p>Al principio del post decía que hemos cambiado. Yo también. Al menos estoy intentándolo. Ser distinto. No sé si mejor o peor. Distinto. De una forma en la que me gustaría verme a mí mismo desde fuera. La noche del sábado sentí que me entristecía y una de mis decisiones es intentar entristecerme sólo por cosas realmente importantes. De lo demás, o dejarlo pasar o sacar lo positivo. Y de no ir al Maratón de Valencia he sacado varias cosas positivas.</p><p>Para empezar, que conozco suficientes personas a las que pedir consejo en confianza. Los más allegados, sin duda. Y gente con la que tienes confianza para preguntar y que te den su opinión. Darte cuenta de la decisión correcta antes de comprobar de nuevo el test y comprobar que el negativo es al 100%. Reflexionar un rato en que si siempre actuáramos pensando un poco en cómo se van a sentir los demás, el mundo sería un poco mejor.</p><p>Luego, lo evidente: al no tener que ir a Valencia, dejar el coche y coger un taxi que me acercase a la Ciudad de las Artes, he ganado casi dos horas de sueño. He escrito del Maratón de Valencia gracias a las oportunidades que nos brindan la tecnología y, además, a mediodía he tenido un rato para comer al sol en mi balcón y amasar el pan que desayunaré mañana. </p><p>Y por último, debo sentirme afortunado de tener un trabajo que me plantee tareas que esté deseando hacer porque, aunque me estresan y me cansan, me apasionan. Espero que esta reflexión me sirva para los días malos, en los que lo mandaría todo a... que sí, esos días malos también vendrán.</p><p>De momento, lo que quiero que llegue ya es el Maratón de Valencia de 2023. Bueno, aún no, que antes tiene que pasar otras cosas interesantes. Ya os contaré.</p><p><br /></p>Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-27934558450634977932021-01-08T21:15:00.005+01:002021-01-08T21:15:57.611+01:00El pasillo<div>Aquella noche fría y escalofriante me acordé de otro pasillo. Del que conducía del estrado hasta la puerta de la iglesia. De tu y yo del brazo, alegres, recién casados. De las miradas a izquierda y derecha, sonrientes también. De la música y de los primeros pasos de nuestra nueva vida. Han transcurrido ya más de diez años de aquel instante en el que se congeló nuestro universo durante unos segundos en los que fuimos el centro de atención. De unos pasos acompasados sobre un manto de pétalos de rosas que nos deseaban una existencia colorida y con una dulce fragancia de felicidad.</div><div>Pero en este pasillo no había música, ni miradas alegres, ni flores. Sólo espinas. Las que se me clavaban en el corazón con cada paso que, guiándote con mi brazo derecho entrelazado a tu izquierdo, intentaba que fuera armónico con otro tuyo. Apenas tenías fuerzas para mantenerte en pie y emitías unos quejidos casi inaudibles que a mí me martilleaban el alma. Conforme avanzábamos, mientras te susurraba palabras de ánimo, veía cada vez más cerca, de forma inexorable otra puerta: la de la ambulancia.</div><div>Antes había corrido por la calle. Por la urbanización. Detrás de ese vehículo que te iba a llevar hacia lo incierto. Después, horas después, descubrí que no había trotado para acortar los plazos. No. Lo había hecho de forma inconsciente para elevar mis pulsaciones y que lo que me quemase la garganta fuese la falta de aire y no la angustia.</div><div>"¡Venga, va, que en un rato estás en casa!", te mentí. Sabía que no. Te llevaba todo el día observando. "¿Eres Covid? ¿Pero te ahogas?... Si no, en unas horas estás de vuelta", continuó con el engaño piadoso el conductor mientras yo te acariciaba la mano y te miraba a los ojos tratándote de transmitir una paz que en ese momento era totalmente impostada.</div><div>Mientras observaba la furgoneta marcharse se me pasó por la cabeza que a lo peor no te veía más. Que no podía pasarnos a nosotros, que eres joven, sin enfermedades conocidas ni vicios nocivos... pero este virus tiene algo de maquiavélico que le lleva a no guardar un patrón estricto. Me sentí tan superado que siquiera me salieron lágrimas que liberasen algo de mi amargura. El resto de esa noche lo pasé sentado en el sofá, con nuestros perros, Zeus y Bimba, esperando que sonase el teléfono. No lo hizo hasta pasadas las 7 de la mañana, cuando me dijiste que te quedabas en el hospital.</div><div>Hasta esta Nochevieja de 2020 no había sido nunca plenamente consciente de lo endebles que somos. Tenemos un tesoro que es la vida que puede ser bello a todos los sentidos, pero que no está exento de evaporarse en cuestión de horas, minutos o, incluso, segundos. El nuevo año me trajo un desasosiego del que no podía librarme ni siquiera anteponiendo el trabajo a todo lo demás. Duele mucho cuando sabes que alguien a quien amas está en un hospital, deambulando sobre el filo de la navaja, y no tienes la opción de hacer nada, ni siquiera acompañarle. Sólo llevarle pijamas y que te vea en la calle desde la ventana antes de, dos minutos después, decirte que se siente sin fuerzas y que se marcha a descansar.</div><div>No recuerdo el sabor de las 12 uvas de 2020, supongo que me sabrían amargas. De este 31 de diciembre sólo lograron concederme algo de paz las endorfinas liberadas a base de zancadas para completar mi primera San Silvestre Vallecana, aunque fuera virtual y por las calles de l'Eliana. No hubo ni sonrisas, ni brindis ni abrazos tras las campanadas por primera vez en toda mi vida. </div><div>Aquella profunda tristeza y desazón despertó en mí, lo confieso, un sentimiento que sólo otra persona había generado en toda mi vida: el odio. Maggie se contagió del Covid-19 por el asqueroso silencio de un maldito diablo que antepuso un puñado de euros a la salud de las personas que tiene a su cargo. Ese hecho abonó en mí sentimientos y deseos que desde luego no concuerdan con mis principios, pero de los que a día de hoy tampoco me avergüenzo. Bien es cierto que si de algún modo se hubieran visto satisfechos mis deseos y se hubiese dado fin a su repugnante existencia, seguro que alguien inocente habría sufrido, incluso más de lo que yo lo he hecho estos días. </div><div>Pasado el mal trago, contigo, Maggie, ya en casa, y cicatrizados los arañazos de espinas de aquella madrugada hacia el 31 de diciembre de 2020, tratamos de recuperar la normalidad. Pero esta no llegará hasta que acabe esta pesadilla. Cuando esta peste te azota de cerca, el dolor es más agudo... pero la cruda realidad es que nos lleva golpeando, arrebatándonos todo, desde hace casi un año.</div>Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-56871753962160008342020-11-21T19:13:00.000+01:002020-11-21T19:13:04.786+01:00Esperar demasiado y recibir lo que no esperas<p>Veo la luz al final de un pequeño túnel. Pequeño, sí, porque un puñado de días de pasarlo regulín no es nada comparado con los miles de personas que llevan meses sufriendo las de Caín. Los que han perdido un ser querido, los que han estado en la UCI durante semanas, quienes han perdido su trabajo, los que tienen una empresa cerrada y van a verse obligados a cerrar o empequeñecerla este enero, tras la asistencia ficticia en muchos casos de los ERTES. No, definitivamente por ahora no debo darme ningún protagonismo.</p><p>Sí se lo concedo a un amigo que me recordó estos días algo que, a decir verdad, ya me ha dicho varias veces: "Esperas demasiado de la gente". Y tiene razón. En estos días, desde el inicio de la pandemia, pero sobre todo cuando lo he pasado mal, he vuelto a sentir alguna decepción con la especie humana. Reacciones que no esperas, sobre todo cuando convivo con dos peludos, cuyas neuronas sólo se activan ante la comida, y que muestran más empatía que muchas personas. </p><p>"Esperas demasiado de la gente". La frase me martilleó en mis horas más oscuras. Ahora que veo la luz, que ya vuelvo a salir con los peludos dos veces al día, he decidido darle la vuelta: "Eso no me lo esperaba de fulanito/a". Y al final, cuando se reflexiona en frío, se llega a las mejores conclusiones. Creo firmemente que se encuentra más fácil la felicidad sin esperar nada de nadie y agradeciendo lo que los demás te regalan. A decir verdad, en estos días 'reguleras', he comprobado que vivo rodeado de buenas personas. Y eso es una suerte.</p><p><br /></p><p><br /></p>Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-8771243212473033632020-09-12T14:36:00.000+02:002020-09-12T14:36:41.402+02:00Brindis<div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-bKuvJdJmG2s/X1zAis5P7aI/AAAAAAAAALs/rfY3a68FJr4nPqbZ0Zw_Ire1O5mJXA9PACLcBGAsYHQ/s2048/IMG_7783.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1365" data-original-width="2048" src="https://1.bp.blogspot.com/-bKuvJdJmG2s/X1zAis5P7aI/AAAAAAAAALs/rfY3a68FJr4nPqbZ0Zw_Ire1O5mJXA9PACLcBGAsYHQ/s320/IMG_7783.jpeg" width="320" /></a></div><br /><div>Este 12 de septiembre de 2020 hace justo diez años del mejor día de mi vida. Siempre que un amigo o amiga me dice que se casa, le respondo lo mismo: "Disfruta de ese día, se pasa volando y te vas a divertir como nunca". Esa fue mi experiencia, y también lo ha sido que casi en un suspiro ha trascurrido una década desde nuestra boda. Hoy lo celebramos casi por separado, ya que Maggie tiene guardia en su trabajo como enfermera en el centro de salud de Picassent.</div><div>Nuestros diez años han sido atípicos desde el primer día. La boda la ofició Antonio y su sermón caló en mis amigos que no son adventistas: aún algunos me recuerdan la anécdota del balón da baloncesto. La ceremonia fue en la iglesia donde casi nací y tantas travesuras urdí con gente que esa mañana estaba entre los bancos. Me faltó Pablito, con el que tantos partidillos de fútbol he jugado en un rincón mientras nuestros padres ensayaban en el coro. Habló el entonces alcalde de L'Eliana, José María Ángel, cantó mi hermana Elísabet, al igual que Luis y Mari, a los que conozco desde siempre. </div><div>Llegamos tarde al banquete en La Calderona porque nos encantamos haciéndonos fotos con todos los asistentes, y luego entramos al salón con unos antifaces. Recuerdo que aquella tarde jugaban el Valencia y el Levante y mi amigo Badillo, entonces jefe de Deportes de Las Provincias, se llevó arrastras a la sección. Y de la sonrisa picarona de Patricia, cuando vino a pedirme que mediara con los camareros para que nos sirvieran chupitos -sólo querían poner copas-, con los que brindamos la gente que quedaba del periódico, ya bien iniciada la fiesta.</div><div>Agradezco mucho la presencia en bloque de mis tíos Juan y Juani (junto a mis primos y toda la familia), de la de Toledo, que nos separa la distancia pero en los momentos importantes (buenos o malos) están ahí. De la familia de Maggie que vive en Valencia, de la que sólo faltaron Raúl y Olivia por razones temporales, pero Isabella en cierto modo ya estaba. De todos los amigos que vinieron, los que no pudieron acudir y alguno que quería pero se quedó esperando una invitación por descuidos de esos que nunca te acabas de perdonar. </div><div>Aquel día es el inicio del camino. Cuando todos vuelven a casa, te quedas por primera vez vacío. Empiezas a escribir una historia impredecible, como nuestro accidentado viaje de bodas. Una década después yo sigo dedicándome al periodismo y Maggie, que no se atrevió a ser cirujana y aún se lo echamos en cara la gente que la conocemos -y no dudamos de su plena capacidad-, se hace camino como enfermera. La observo y, esto es algo que jamás le he dicho, su vocación y entusiasmo me recuerda a mí cuando también estaba peleando a tumba abierta por un lugar donde ganarme la vida contando la de otros.</div><div>Porque cada existencia tiene una historia que narrar. Como la nuestra en estos diez años. O como la de Ruth y Voro, que justo ese 12 de septiembre de 2010 hacían 12 meses de casados. Casi al final de la fiesta, los observamos en una mesa, solos, brindando mientras se miraban a los ojos sonrientes. Hoy ellos tienen dos hijas y nosotros, dos perros. Empieza la segunda década... </div>Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-18578722475908898012020-09-04T19:22:00.002+02:002020-09-04T19:22:59.727+02:00Si no hubiera que correr<div>Comenté pasado el ecuador de julio que entraba en cuarentena. Me veía ya por aquel entonces con pocas fuerzas y contaba que debía economizarlas para llegar al 31 de agosto. Y lo pasé. Me ha costado unos días de vacaciones, pero ya me he puesto delante del folio en blanco. Tengo algunas amigas de esas que te dicen cosas que pueden no gustarte, pero que pueden ser verdad. "Moi, ¡es que te cuesta desconectar, y luego te quejas!", me afeaba hoy una de ellas. Y tiene razón. Aún no lo he logrado del todo, pero he de decir a mi favor que ya me encuentro con más energía que hace poco menos de una semana.</div><div>Otra amiga me escribía el otro día: "¿Estás bien? ¡Es que estás muy callado!". Se refería a Facebook y, sobre todo, a este blog. Me encanta que alguien me eche de menos, me da fuerzas para seguir contando mis cosas por aquí. "Es que escuché por la radio una canción de 'Revólver' y me recordó a ti", añadió. </div><div>Es uno de mis grupos favoritos, herencia de aquellos buenos años de juventud y largas charlas con Migue. Y de las muchas canciones que me gustan de un gran artista como es Carlos Goñi -por cierto elianero de adopción-, está la que da nombre a su álbum 'Si no hubiera que correr'. Me sobrecoge especialmente el estribillo, corto pero contundente: </div><div><br /></div><div>"Y aunque fuera necesario</div><div>no quisiera echar la hiel</div><div>si el camino fuera suave</div><div>si no hubiera que correr"</div><div><br /></div><div>Correr. Lo que me ha mantenido limpia la mente durante este verano. Y como dije hace unas entradas, quiero disfrazar ocasionalmente este blog de reflexiones en modesto manual de un deporte que está marcando mi vida en los últimos años. Las vacaciones me permiten un lujo cotidiano para los que madrugáis: salir a trotar al atardecer. Y claro está, sobre todo en verano, en busca de las horas más frescas, se te suele hacer de noche. Me sucedió las dos veces de esta semana.</div><div>En la segunda pasé por una zona sin aceras, en las que hay que ir con mucho cuidado y vigilante con el tráfico. Me crucé con una pareja que debe estar empezando en esto de salir a quemar calorías, así lo evidencian un par de peligrosas imprudencias que cometieron. Quizás como reto de otoño, o porque se han notado algún kilo de más (se atisbaba en ambos 'panxeta' pero nada desmesurado), y como penitencia por ese helado o cervecita de más.</div><div>Me alegra que la gente se eche a la calle o se apunte el gimnasio. Me encanta, por ejemplo, la ilusión con la que se ha lanzado Maggie a las redes del crossfit. Pero en cualquier deporte, sobre todo cuando toca practicarlo en plena calle, hay que mantener unas normas de seguridad. Para empezar, la pareja de la que os hablo parecía ir de incógnito: vestir de negro está muy bien para burlar la seguridad de un edificio en una película de espías, pero no para salir a correr o a caminar. Mucho mejor buscar una prenda (principalmente la camiseta) de un color claro (amarillo, naranja...) y si es posible, que desprenda luz. Y la segunda objeción, en un tramo sin acera iban a su derecha, esto es, de espaldas al sentido de circulación de los vehículos.</div><div>Si digo la verdad, no paré a comentarles estas dos imprudencias porque iba yo lanzado (con camiseta amarilla y a la izquierda del tráfico) y pensé que pararse en ese tramo podía suponer una tercera llamada al peligro. Seguí con mi serie de 3.000 algo más rápido de lo que había marcado mi entrenadora (yo también cometo mis 'pecadillos', no creáis) y pensando en esta entrada... absolutamente inútil... si no hubiera que (salir a) correr.</div>Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-17736221869758557762020-07-20T19:07:00.002+02:002020-07-20T19:07:51.384+02:00Que este año huela a lejíaEntro en cuarentena. No es que haya dado positivo en Covid-19. Tampoco soy asintomático, que yo sepa. Ni siquiera es del todo veraz el juego de palabras pero, a 20 de julio y yéndome de vacaciones el 1 de septiembre, redondeando me quedan 40 días para mi (¿merecido?) tiempo de asueto. Desde hace algunos años, los doy por terminados cuando acabo el curso laboral. Ni el 31 de diciembre ni en mi cumpleaños: celebro el cierre de un ejercicio con una foto a la fachada de Las Provincias anunciando que desconecto (luego nunca lo hago del todo) hasta 30 días después. Y en este maldito 2020 creo que lo necesito más que nunca.<br />
En la última entrada anuncié que iba a aplicar mis descubrimientos de corredor inexperto a las siguientes entradas, para tratar de aportar a quienes me lean, practiquen deporte o no. Hoy voy a hablar del cansancio y de la necesidad de descansar. Pero no voy a poner (sólo) como ejemplo la carrera a pie. En ese ámbito reflejo lo evidente: cuando entrenas o compites cansado, te pesan las piernas, respiras peor, rindes menos y tienes más riesgo de lesionarte. Mi organismo me avisa, como lo hizo este domingo cuando pretendí levantarme a las 8 tras una jornada laboral que incluyó casi 250 kilómetros de coche para cubrir la final de la Lliga de raspall.<br />
Pese a no correr, el domingo no fue mejor, con carreras de motos desde las 11, la página histórica del Maratón de Valencia que preparo para cada lunes (<a href="https://www.lasprovincias.es/deportes/atletismo/esprint-alma-emboscada-20200719181309-nt.html" target="_blank">y en la que esta vez cuento la historia de Malgorzata Szuminska</a>) y la última jornada de la Liga. Este lunes ya me he obligado a correr (10 kilómetros de entrenamiento a diferentes ritmos) y la verdad es que el entrenamiento no me ha dejado para nada satisfecho. Estoy cansado y necesito descansar. Eso, unido a las temperaturas y humedad motiva que mi rendimiento no sea óptimo.<br />
Y eso os va a pasar en todos los ámbitos. Por ejemplo, a mí me está ocurriendo en el laboral. El pasado jueves cometí un error de siete minutos. Me puse (y presenté) varias excusas, todas ellas veraces, pero la gran realidad es que en una situación en la que suelo ser fiable, esta vez pinché. No daré más detalles de esto, pero sí contaré otra anécdota de mi trabajo como periodista. Hace unas semanas, cuando se reanudó la pilota profesional, preparé un reportaje contando las medidas de prevención que se iban a tomar de cara a la vuelta al trinquet. La titulé:<a href="https://www.lasprovincias.es/deportes/pilota-valenciana/frente-coronavirus-20200701194759-nt.html" target="_blank"> 'Va de bo frente al coronavirus'</a>.<br />
En ese momento el titular no me acabó de convencer, pero creo que resume bastante lo que contaba y tampoco se me ocurrió nada mejor. Aquel día, cuando escribí el artículo, estaba cansado. Agotado. Esa noche no puse el despertador. A la mañana siguiente, desayuné y fui al gimnasio. Con tranquilidad, sin mirar el reloj. A la vuelta, mientras disfrutaba de la ducha, pensé: "¡Joder! El titular era 'La vaqueta huele a lejía'". Igual a vosotros os gusta más el que publiqué, pero a mí me parece que, sin duda, este último llama más la atención.<br />
Espero que todo este rollo te haya servido para desconectar un rato. Aparcar tus preocupaciones unos minutos. Yo lo he hecho al escribirlo y lo necesitaba. Como preciso que pase ya esta cuarentena laboral. Echarle lejía a este maldito 2020. Desinfectarlo y desintoxicarme. Aunque no sea posible hacer el viaje de nuestras vidas por el Covid-19, estas vacaciones son las más importantes en muchos años. Descansar es más necesario que nunca.Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-12432267853120160502020-07-03T22:42:00.001+02:002020-07-04T13:34:21.958+02:00Demasiado riesgo en el Trail de ValladaEl Trail de Vallada 'on track' ha sido mi tercera experiencia en montaña como corredor. Después de disfrutar, y mucho, a finales de 2019 en Montanejos y en Sot de Ferrer, los Reyes Magos me trajeron unas zapatillas de trail. El confinamiento -y mi calendario, pues iba a estar centrado en el Reto Vías Verdes hasta finales de marzo- las dejaron en un armario, pendientes de su primera aventura. Esta ha llegado ahora, en la nueva normalidad, en una carrera descafeinada pero a cuya organización hay que aplaudir por la iniciativa.<br />
Como no se podía celebrar el Trail de Vallada en su formato habitual, se optó por señalizar su recorrido durante 18 días, en los cuales podías completarlo las veces que quisieras. Junto con mi cuñado Juan Marcos me inscribí a la modalidad sprint, de 10 kilómetros (que son más) y acordamos correrlo el jueves 25 de junio. Finalmente, sus padres vinieron a visitarle para conocer a su segundo hijo (mi sobrino Josué), que ha nacido durante el confinamiento. Él se disculpó pero, lógicamente, no podría venir ese día... así que decidí irme solo.<br />
No considero que este fuera uno de mis errores. Aunque a la montaña es mejor ir acompañado, con precaución puedes disfrutar y sufrir a partes iguales. Por ejemplo, en Vallada, con un recorrido con 900 metros de desnivel positivo, pero con este pedazo de vistas:<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-3mtqi6Joi68/Xv-Nfv0HnEI/AAAAAAAAAK8/QZ4uXYDlqfwZ2LXlFKf8VS-vGTP3duXSACLcBGAsYHQ/s1600/TrailVallada.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1203" data-original-width="1600" height="240" src="https://1.bp.blogspot.com/-3mtqi6Joi68/Xv-Nfv0HnEI/AAAAAAAAAK8/QZ4uXYDlqfwZ2LXlFKf8VS-vGTP3duXSACLcBGAsYHQ/s320/TrailVallada.jpg" width="320" /></a></div>
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Esta entrada es la crónica de una aventura que tuvo final feliz, pero en la que cometí varios errores de forma absurda e inconsciente. Tardé en recorrer 12 kilómetros unas 4 horas. Cuando llegué a la fuente que hay junto a la ermita de Vallada, bebí del tirón un litro de agua. En cuando ingerí el primer trago, empecé a sudar por unos poros que segundos antes estaban resecos. Los pies me ardían y las pulsaciones tardaron unos minutos en bajar de 130. Pasaban las 16 horas y mi gran preocupación era encender el móvil para avisar de que estaba bien. Más tarde, mientras me tomaba una horchata con Maggie, pensé que en esos momentos bien podría haber estado con una vía postrado en algún hospital.<br />
La jornada empezó a las 7 de la mañana. El plan era levantarme pronto, desayunar, pasear a los perros y salir hacia Vallada, a una hora de L'Eliana. Calculaba estar en el monte, como mucho, a las 9. A toro pasado, ese plan inicial era ya algo descabellado porque estamos soportando ya temperaturas y porcentajes de humedad elevados. Aun así, a mí se me hizo tarde y estaba en el coche por encima de las 9. Pensé: 'Pues ya puestos, me paso por Xàtiva a por el dorsal de la carrera, por si lleva algún chip para justificar el paso por la salida y la llegada'. Entre que llegué, recogí la bolsa del corredor, volví al coche, llegué a Vallada y encontré el paraje donde empieza el trail... las 11 y media pasadas. Y luego, teóricamente, para aparcar en la zona había que sacar un ticket de una máquina que estaba tras una valla. No me quedé tranquilo hasta que hablé con alguien del Ayuntamiento que me garantizó que no me iban a multar. Empecé a correr a las 12.15 horas, con más de 25 grados y un sol de justicia. Lo inteligente habría sido volver a casa.<br />
Pero claro, el carácter intrépido de corredor no te lo permite. El recorrido se componía de dos círculos para completar sendas subidas y bajadas. En la primera sufrí, pero iba relativamente bien. Tardé una hora, algo menos quizás, en completar los cinco kilómetros hasta la zona de la ermita. Allí me di cuenta de que me estaba quedando sin batería en el móvil. Noté algo caliente en el chaleco y al mirar el teléfono, vi que se había accionado un juego que devora la energía. Estaba al 3%. Me dio para avisar a Maggie, para tranquilizarla con un whatsapp. La foto que he colgado es de antes. En esa situación, ya con más calor y pasadas las 13.30, lo inteligente habría ido volver a casa.<br />
Pero no. Seguí. Me costó encontrar la primera baliza de la segunda parte del recorrido. Le pregunté a una chica que venía del monte y se iba a casa. No vi a otra persona hasta casi tres horas después. Ya me había planteado la carrera como un reto: correría en los llanos y en alguna bajada, pero tranquilidad cuesta arriba. "Me quedan cinco kilómetros, esto está hecho", me animé. Agoté uno de los dos recipientes de 300 mililitros y seguí, pensando en que encontraría pronto una fuente, pues la organización advertía de un avituallamiento sobre ese kilómetro 5.<br />
No fue hasta pasado el 7 cuando me di cuenta. En una encrucijada, me sorprendió ver un cartel en sentido contrario al que yo avanzaba. ¡Estaba haciendo la segunda parte de la carrera al revés! Veía las balizas pero no las señalizaciones... entre ellas la de la fuente en un punto intermedio de esa segunda mitad del recorrido, más duro que el primero. Poco después, ya mirando los carteles cada vez que pasaba junto a ellos, leí en uno: 'Fuente a 750 metros'. A mis espaldas. Lo inteligente habría sido regresar, beber agua, rellenar los recipientes y volver a casa.<br />
Pero no. Pensé que total quedaban dos y medio, y recordaba que a partir del 8 todo era bajada. No conté con que había hecho más distancia por mis errores, ni con la posibilidad que fuera algo superior a lo anunciado. Ni, lo más importante, el calor, con temperaturas que imagino que superarían ya los 30 grados. Empezó a escasearme el agua, que ya era caldo. Y cuesta arriba enseguida me ponía a 170 pulsaciones. Sobre los 9 kilómetros, en una zona alta, comprobé que aún quedaba un buen trecho hasta la ermita... y que me había quedado casi sin líquido. Ya sólo me quedaba la opción de avanzar.<br />
Me tomé dos dátiles para obtener energía y agoté el agua. Tengo una virtud: no suelo entrar en pánico. Lo que más me preocupaba era, precisamente, que Maggie me echase de menos y no pudiera contactar conmigo. Pasaban de las 15 y teóricamente ya tendría que haber terminado la carrera... que para mí había acabado. La misión era llegar con bien a la ermita. Y para ello, decidí caminar hasta que llegase a 170 pulsaciones. Cada vez que eso ocurría, paraba bajo un árbol hasta bajar a 126.<br />
Repetí esta acción varias veces. No sé cuántas. Cada vez tenía más sed. Los pies me ardían. Por fin, pasados los 10,5 kilómetros, empecé a bajar. Pero cuesta abajo tampoco descendían las pulsaciones. Empecé a preocuparme. Hasta los 11 y pico, cuando empecé a escuchar las voces de unos chavales que estaban en la zona de recreo de la ermita de Vallada. Vi también acercarse la carretera. Supe que iba a llegar, con algunos rascones lógicos de la montaña, pero sano y salvo.<br />
Si has leído hasta aquí espero que esta experiencia te sirva. La he escrito sobre todo para los corredores o senderistas. Quizás mis fallos fueran de inexperto, pero a mí me han enseñado varias cosas. Resumidas, que muchas veces una retirada a tiempo es la decisión más inteligente. Los runners somos muy dados a las heroicidades, pero en demasiadas ocasiones no nos planteamos que incluso los deportistas de élite, que se juegan su prestigio y sus patrocinios, hay situaciones en las que deben renunciar a llegar a la meta. Nosotros, los que hacemos ejercicio por salud y diversión, debemos ser mucho más cautos a la hora de asumir riesgos.<br />
<br />Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-11737722799494013652020-05-28T22:33:00.001+02:002020-05-28T22:33:33.215+02:00Desescalada en el Mandor (VII): La visita al veterinarioEl otro día fui al veterinario. Luis me cae bien. Intuyo, eso sí, que yo a él mejor, pues cada vez que nos vemos me dejo un pico en su clínica. Entre vacunas, collares y una consulta para Bimba, la cuenta ascendió a unos 130 euros. "Nos vemos pronto", se despidió de mi, amable, Amparo, su auxiliar. "Mejor tomando una cervecita por el pueblo", le repliqué antes de la carcajada de ambos.<br />
A lo que iba. Luis me enseñó cómo ha acondicionado el cuarto de baño para minimizar los puntos de contacto y, por tanto, de riesgo de contagio. Me mostró cómo ha automatizado la cisterna, el grifo del lavabo, el surtidor de jabón... lo que no ha encontrado es un sistema para que la tapa del inodoro cierre sin la tracción mecánica de nuestras manos.<br />
"¿Y no has pensado en quitarla?", le comenté ignorante. Luis me hizo ver de repente mi error. "Es que recomiendan cerrarla siempre, porque al tirar de la cadena salen disparadas muchísimas partículas y el intestino es una de las partes del organismo donde más prolifera el Covid-19", me explicó. Me vino a decir que las heces pueden transmitir el coronavirus y que al accionar la cisterna, si no tapamos el váter, desencadenamos un bombardeo de caquitas microscópicas que, si estamos infectados, contaminan toda la estancia... y ya está el lío montado. ¡Vaya mierda!<br />
Espero que me permitáis que, tres meses después, me haya tomado la licencia de ser un poco escatológico. A cambio yo seguiré aguantando con normalidad que haya quienes no devuelvan el saludo ni den las gracias cuando les sujetas la puerta y les cedes el paso. Sí, eso también me pasó a la vuelta del veterinario con cuatro vecinas, dos mujeres y sus respectivas hijas. Ante su impertinencia, les grité, manteniendo los dos metros de seguridad, por supuesto: "¡De nada, eh! ¡Un abrazo!". Ni se giraron a ver qué pasaba. Con el virus de la mala educación no hay desescalada que valga,Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-3429309104334208602020-05-17T19:06:00.001+02:002020-05-17T19:06:58.240+02:00Desescalada en el Mandor (VI): El buzón de vozEsta mañana, mientras desayunaba (muy bien y muy a gusto, por cierto, en el balcón tras hacerme diez kilómetros) he llamado a un amigo, dispuesto a tener una de esas charlas en las que no hablamos de nada pero nos reímos mucho. Después de cinco tonos, me ha respondido su buzón de voz: "La persona a la que usted llama no contesta. Inténtelo más tarde o envíe un SMS que el usuario recibirá tan pronto esté disponible".<br />
No voy a entrar en lo del SMS, que es una de esas cosas absurdas que aún conservan los teléfonos móviles. ¿Quién envía un mensaje? ¿El mismo que tiene teléfono fijo y de los de rueda? Porque cualquiera, hasta el mayor detractor de las nuevas tecnologías, se comunica ya con whatsapp... bueno, ahora que lo pienso, sí que conozco a uno. ¡PERO A UNO! Vale, vamos a dar por bueno que se me ocurre enviar el maldito mensaje de texto...<br />
Analicemos el mensaje. "La persona a la que usted llama no contesta". ¡Vaya, no me había dado cuenta!. "Envíe un SMS que el usuario recibirá tan pronto esté disponible". Gracias por aclararme que no van a enviar a alguien para que despierte a mi amigo, o lo busque mientras paseaba al perro para decirle: "Tú, sí, tú... ¿quieres contestar al Moi ya o te reviento la cabeza?".<br />
He desistido de hablar con mi colega y he disfrutado en soledad de mi almuerzo, leyendo el periódico y escuchando a los parajillos. Y pensando en esta entrada absurda sobre lo absurdos que son los mensajes predeterminados de los contestadores automáticos.<br />
Mientras pensaba mi argumento, me ha llegado a la mente que ayer, durante su rueda de prensa, al presidente Pedro Sánchez le preguntaron si van a bajar las pensiones y los sueldos a los funcionarios. Después de más de un minuto de respuesta, el resumen era: "No sabemos cómo va a evolucionar la situación económica tras la pandemia". Vamos, aquello de ni sí, ni no, sino todo lo contrario. Y luego yo me quejo de los contestadores de móviles...Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-78722155295785824622020-05-12T21:41:00.000+02:002020-05-12T21:41:10.915+02:00Desescalada en el Mandor (V): Vivir con una enfermeraCada uno tiene sus 'enfermedades'. La mía, desde hace tres o cuatro años, es el running. Soy un corredor mediocre -en tiempos, que no en entusiasmo-, pero de los que se entrenan casi a diario, de los que se ponen el dorsal varios domingos al mes y de los que miran el calendario de carreras de la zona donde va en vacaciones. Tengo mi reloj con GPS, decenas de camisetas y, claro está, hablo de mi afición y ojeo revistas especializadas. Hace unos meses, buceando por Instagram, vi la cuenta de un preparador sin un gramo de grasa y una musculación que daba envidia.<br />
"¡Mira este tío, no está fuerte, no!", le mostré a Maggie. Ella miró, fijó la mirada en el antebrazo del chico y respondió: "Sí, tiene una vena maravillosa. Perfecta para ponerle una vía". Eso es vivir con una enfermera. Qué, a decir verdad, es compartir existencia con alguien que trabaja por vocación más que por ganarse el sustento. Que es importante, pero una vez garantizado, el sanitario es una persona que suele caracterizarse por su solidaridad y empatía con sus clientes.<br />
Hoy ha sido el día de la enfermera. Me he enterado navegando por redes y me he abstraído tanto que he olvidado que el 12 de mayo es también el día en que Maggie y yo formalizamos nuestra relación. No he quedado mal, porque le he comprado un ramo, dedicado a alguien que en estas semanas vive cansada en sus días libres para trabajar como un titán en sus jornadas laborales de 12 horas. Cuando llegue mañana a casa, lo hará con ojeras, exhausta y con una sonrisa. Meterá su ropa en la lavadora, desayunará conmigo y se irá a dormir.<br />
Misión cumplida. Hasta dentro de tres días, cuando regresará al campo de batalla. Porque ahora el enemigo es el Covid-19, pero a esta gente los clientes no les faltan. Enfermos, tarde o temprano, nos ponemos todos. Y eso es lo que debe entender la sociedad. Los políticos, pero también cada uno de los que han o hemos aparcado lo de aplaudir en cuanto nos han dado la oportunidad de salir a correr. Cuando abran los bares y regrese el fútbol, ni te cuento. Pero ellos seguirán ahí. Silenciosos y dispuestos a ayudar. Percibiendo esa vena por la que pueden inyectarnos vida mientras el resto del mundo se distrae en detalles banales.Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-71203549431312449102020-05-11T22:13:00.001+02:002020-05-12T21:43:57.231+02:00Desescalada en el Mandor (IV): Aplaudiré en casaHoy he salido por última vez a mi balcón a aplaudir. Al menos por ahora. Lo haré dentro de casa. Y no porque sienta vergüenza por hacer sonar mis palmas mientras decenas de personas compiten por lanzarse a las calles como si les fuera la vida en ello. Quise creer que se trataría de los primeros días, pero observo cómo a las 20 ya hay muchas personas vagando. Imposible que hayan esperado al inicio de su franja para hacer deporte, eso de lo que muchos renegaban hace dos meses.<br />
No seré hipócrita. Yo tardé un día en ir a la calle. Pero me sigue sorprendiendo que la mayoría de la gente ni hace el gesto de buscar la distancia de seguridad cuando nuestros caminos se entrelazan. El otro día, unas mujeres ni me miraron cuando íbamos a cruzar un paso a nivel en L'Eliana por el que es imposible no tocarse si no se guarda turno. Echaron hacia delante, sin siquiera plantearse ceder el turno o si rozarnos sería peligroso. Un amigo me cuenta hoy que ha observado que muchas personas no saben que en carreteras sin acera hay que caminar por la izquierda, para tener de frente el tráfico y poder reaccionar ante un percance.<br />
Somos seres de modas. Hace dos meses lo estuvo aplaudir a los sanitarios y poner 'Resistiré' a todo trapo. Ahora muchos han desempolvado la camiseta de la Volta a Peu de hace 25 años y otros han ido a toda prisa a Decatlhon a comprar ropa deportiva. Prendas que volverán a un cajón en cuanto abran los bares y, más tarde, las piscinas. Todo eso, si el Covid-19 no dicta la nueva tendencia y toca volver a acordarse de enfermeras, médicos, bomberos, policías...<br />
Yo convivo con una enfermera y os garantizo que es igual de heroína que hace dos meses. Sigue levantándose prontito. Ataviándose de protecciones que te cuecen para cuidar a los que continúan luchando contra el coronavirus. Y regresando doce horas después con una sonrisa y la satisfacción del trabajo bien hecho. Esa es Maggie en su día a día. Yo sólo escribo. Tú, quizás, estés deseando que tu empresa vuelva a abrir para recuperar tu trabajo. O tú puede que hayas pasado la enfermedad.<br />
Yo voy a seguir aplaudiéndoles porque, sin esta gente, la guerra la tenemos perdida.Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-4261664144359193772020-05-09T15:07:00.000+02:002020-05-09T15:07:17.451+02:00Desescalada en el Mandor (III): El ejemplo de Pat RyanPat Ryan cambió el cambió el curling después de la mayor decepción de su vida. El entonces jovenzuelo jugador llegaba a la final del Brier de 1985 -la principal competición de Canadá, donde el curling es deporte de masas- como favorito. Era el skip (el líder, que lanza las dos últimas piedras de cada 'end') del equipo de Alberta y se enfrentaban a Ontario, con el experimentado Al Hackner, apodado 'Ice Man', como punta de lanza. <br />
Llegaba el equipo de Ryan con dos puntos de ventaja a la última entrada. En el último lanzamiento, Hackner se inventó una de las acciones más inverosímiles de la historia del curling, desplazando a las piedras de sus rivales y forzando un end de prórroga. En ese añadido, con el subidón de haber cobrado vida cuando ya nadie lo esperaba, Ontario ganó. Ryan desapareció, pero no se vino abajo. Reinventó el curling, que hasta el momento había sido un deporte nada profesionalizado. Impulsó que el jugador se preparase físicamente, que no se fumase durante los partidos e impuso una serie de normas estrictas de daban le imagen de concentración máxima ante los oponentes, el resto de sus compañeros y el público. <br />
También tejió una estrategia sumamente defensiva que surtió efecto. Ganó el Brier de 1988 y 1989 pero acabó desquiciando al público. 'Boring, boring!', se llegó a corear desde las gradas. Tanto que se decidió cambiar las reglas del curling para evitar que Pat Ryan y su equipo centrasen el juego en desplazar las piedras de los oponentes. ¿Y que hizo Ryan? ¿Lo adivináis? Digirió las nuevas normas y volvió a triunfar en 1994, esta vez como 'third' en el equipo de Rick Folk. <br />
La historia de Ryan, hoy cantautor de música country, y Hackner podéis verla en uno de los capítulos de la serie 'Perdedores', disponible en Netflix. Casualidad o no, yo vi el episodio horas antes del palo que supuso la noticia de que la Comunitat no pasa a la fase 1. Y desde entonces, he visto muchas quejas. Ya nos hemos lamido las heridas. Asumamos las reglas, aunque nos las hayan cambiado. Y también admitamos que quizás las imágenes del río tomado por una marabunta de niños, primero, y deportistas, una semana después, quizás nos hayan perjudicado.<br />
Hay que seguir empujando. Golpeando a las piedras del Covid-19. Sacarlo de nuestro 'tee'. Esto es, que deje de condicionar nuestras vidas.Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-76876449223803896752020-05-05T19:34:00.000+02:002020-05-05T19:34:07.022+02:00Desescalada en el Mandor (II): Los test de los futbolistasLos futbolistas son personas. Que parece obvio pero no lo es tanto. Ni por su parte, ni por la nuestra. Creo, espero, que esta crisis los ha humanizado un poco. Que ha acercado las dos realidades. Hace unos días, al inicio de la pandemia, entrevistaba a Borja Mayoral, jugador del Levante cedido por el Real Madrid. Me contaba cómo pasaba el confinamiento con su novia, sus precauciones porque es diabético y sus preocupaciones por los familiares de riesgo que residen por Madrid, el epicentro de esta crisis sanitaria.<br />
Tuvimos una agradable conversación al final de la cual quise reconocerle el valor humano. Me había reconciliado con el ecosistema fútbol. Hace menos días me pasó lo mismo con el valenciano Raúl Albentosa, rescindido por el CSKA búlgaro. Él afirmaba que ahora los test deben dedicarse a los sanitarios y no a deportistas.<br />
Cargar contra el fútbol ha sido lo más socorrido. Lo hemos hecho todos. Primero, la gente que está en primera línea y luego los ricachones mimados estos. Ese comentario lo hemos escuchado y, puede, hasta expresado. Con un desdén del que pasa facturas que tiene guardadas tiempo en el cajón. Días después de reflexionar, porque esta entrada la tenía en la cabeza, he concluido que el problema no reside en los deportistas. Cierto que es infame que disfruten de privilegios que no tenemos los demás, pero también hemos de mirarnos al ombligo, por si como sociedad y como individuos prestamos atención a lo realmente trascendente en nuestras vidas.<br />
Si no a los futbolistas, las culpas de que los test no hayan llegado se las endosamos a los políticos. Y sí, son los principales culpables de que hayan llegado tarde y de que se hayan comprado miles de mascarillas defectuosas. Es impresentable que hayan tenido en las residencias conviviendo a enfermos el Covid-19 con curados y personas que no se sabía si eran lo uno, lo otro o nada de eso. Pero también debemos hacer autocrítica y no hace tanto, eran más multitudinarias las manifestaciones en favor de un club de fútbol que las que pedían la construcción de un hospital comarcal.<br />
Y sin ir más lejos, a las 20 horas, cada día escucho menos aplausos.<br />
<br />Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-63597157665213855042020-05-04T21:21:00.002+02:002020-05-04T21:21:46.823+02:00Desescalada en el Mandor (I): El calendarioLlevo días meditando si tenía mucho sentido prolongar más la serie 'Cuarentena en el Mandor'. Me ha dado cierta pena, pero hoy he considerado que había llegado el momento. Así, de repente. Sin aviso de cancelación, como tantas veces ha ocurrido con productos televisivos que nos han dejado a medias. Y eso es lo que temo, que sea una obra inconclusa y deba retomarla.<br />
Deseando que no sea así, inicio otro producto bloguero inspirado en la primera excursión a 'Las Provincias' en varias semanas. Allí sigue la resistencia, más algún reincorporado, como Arturo Checa, más moreno que cuando se marchó. Ha pasado con éxito el coronavirus y ha exprimido su terraza, como demuestra su rostro. También ha ido hoy Pedro Campos, que me debía un café y me lo ha pagado, aunque haya tenido que recordárselo porque como todos saben tiene cocodrilos en los bolsillos. Héctor Esteban me ha exigido con su conocida amabilidad que me afeite, pero aún no ha llegado ese capítulo de la desescalada.<br />
Como he visto en las caras de Caneiro, Txema o Arturo, al rato de estar ahí deseaban que me marchara. Sobre todo, después de mi llamada con un africano, que a duras penas comprendía algunas preguntas, con el que he tenido que hablar para mi reportaje de hoy. Mientras charlaba con él y otras dos personas, he observado mi calendario de mesa:<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-Z6dacxTxhZE/XrBqcuwO1EI/AAAAAAAAAKM/EDnLFEpKEZUUUC5jWseTc6eTW_GT_s2TgCLcBGAsYHQ/s1600/calendariolp.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="480" height="320" src="https://1.bp.blogspot.com/-Z6dacxTxhZE/XrBqcuwO1EI/AAAAAAAAAKM/EDnLFEpKEZUUUC5jWseTc6eTW_GT_s2TgCLcBGAsYHQ/s320/calendariolp.jpg" width="240" /></a></div>
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Ahí sigue, en marzo. Como símbolo de que ya va para dos meses desde que nos pararan el mundo. El 30 escribí la entrada <a href="https://convistasalmandor.blogspot.com/2020/03/cuarentena-en-el-mandor-xii-volveremos.html" target="_blank">'Volveremos'</a> con la triste foto de la sección de deportes vacía, oscura y silenciosa. El 15 de abril volví a pasarme por allí para rastrear en la hemeroteca detalles de la sección fija<a href="https://www.lasprovincias.es/deportes/atletismo/juana-pablos-acosta-20200503191430-nt.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F" target="_blank"> 'Memorias del Maratón'</a>, que ha cumplido esta semana su cuarto episodio.<br />
Y este 4 de mayo he aparecido de nuevo por el periódico. Teóricamente, ya en la fase 0 de la desescalada, pero aún con tiempo de teletrabajo y restricciones por delante. En nuestra mano está que 'Desescalada en el Mandor' no tenga tantos capítulos como 'Cuarentena en el Mandor', o que no vea la luz la nueva temporada de esta última saga. Ya sabéis, segundas partes nunca fueron buenas.<br />
Seamos responsables, también en la desescalada.Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-19960887913421918542020-05-03T14:37:00.000+02:002020-05-03T14:37:35.903+02:00Cuarentena en el Mandor (XLIV): Hoy sí he salido a correrNo he podido aguantarme. He de confesar que me había puesto el despertador a las 7.30 horas. Quería que decidiese el reloj biológico. Anoche me dormí tarde apurando la segunda temporada de 'Narcos México' y creía sinceramente que ante el pitido del móvil iba a reaccionar apagándolo. Al tercer asalto del dispositivo, sin embargo, me he levantado y en pocos minutos estaba disfrazado de corredor, con mi camiseta del 'Reto Vías Verdes'.<br />
Hasta hace dos meses, cuando decías que te levantabas a las 6.30, las 7, o incluso las 8 un domingo para ir a una carrera o hacer una tirada antes de desayunar te tomaban por loco. Me ha sorprendido ver la gente que había a las 8 y poco de la mañana por las calles y caminos agrícolas. He iniciado mi carrera hacia la Torre del Virrey para enfilar por un trazado asfaltado que une L'Eliana y La Pobla de Vallbona. La idea era avanzar hasta el límite del término y regresar.<br />
Se trata de un itinerario que frecuento cuando no hace demasiado viento y quiero correr al menos diez kilómetros, pues desde ahí se puede ir hasta Benaguasil e incluso Llíria sin riesgo (demasiado) de ser atropellado. Suelo cruzarme con algún agricultor u otro ciclista o corredor que se conoce el camino como yo. Hoy estaba infestado de gente en bicicleta, runners, paseantes... personas que practican deporte habitualmente y otros que llevaban mucho tiempo, pero mucho, sin hacer nada de ejercicio.<br />
Entre los corredores hay una ley no escrita (al menos en los pueblos, donde te cruzas con menos gente) de saludar. Aunque no te conozcas, sueltas un 'Bon dia' o alzas la mano. Hoy más de la mitad no han respondido al gesto. No digo que los runners seamos más educados y quiero pensar que a los novatos en esto de hacer ejercicio les extraña que un tío barbudo al que no conocen de nada les dirija la palabra. Para no aventurar en negativo, concluiré que el 50% de las personas con las que me he cruzado son recién llegados. No lo criticaré y les desearé que se enganchen a algo tan sano como es practicar actividad física de forma habitual.<br />
Yo estoy menos oxidado de lo que pensaba. Me he hecho mis 7 kilómetros con una velocidad media de 5.38. El plan era calentar y coger un ritmo cómodo que me permitiera observar mi entorno. Lo he conseguido y he experimentado esa sensación de libertad que tanta falta nos hace en estos tiempos y que ya me cautivó de correr. Maggie teme que esto pueda facilitar un rebrote. Espero que no. Que seamos responsables y mantengamos las distancias de seguridad para prevenir los contagios.<br />
A la vuelta me he hecho una foto y ya he informado convenientemente por mis redes sociales, a quien le interese, que estoy de vuelta. No es nada trascendente, pero así somos los corredores, o runners, como se nos quiera llamar. Porque en casi dos meses hemos comprobado que nuestra saludable droga y como se le denomine no es lo más importante de la vida. Pero produce una sensación maravillosa así que a los recién llegados, espero que os enganche como me pasó a mí.<br />
Y si te cruzas con alguien desconocido que te saluda... haz lo mismo, que es gratis.Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-56931205631938852082020-05-02T22:56:00.000+02:002020-05-02T22:56:12.944+02:00Cuarentena en el Mandor (XLIII): Hoy no he salido a correrNo necesito ningún test. Tampoco soy asintomático. El virus del running me afectó hace unos años y ni me curo ni quiero. Soy corredor, con mis manías, de esos insoportables que cuando empieza a hablar de su afición, no para. De los de buscar fotos tras las carreras y colgarlas en redes sociales. De los que han contado los días hasta este sábado... pero justo hoy, no he salido.<br />
Hace ya muchos años, cuando estaba en COU y en época de exámenes de mis dos carreras universitarias, los periodos de exámenes me sometía a auténticos atracones de estudiar. Dos meses al año -tres en periodismo, cuando compaginaba la carrera con el trabajo- apenas dormía tres o cuatro horas para sacar adelante el curso. Desde entonces, entendí lo que es el día de reposo, eso que tantas veces me repitieron desde pequeño mis padres y la gente que profesa la misma religión que nosotros, y que yo no acababa de comprender.<br />
Para mí, como os he dicho en otros post durante esta pandemia, ha sido siempre un día distinto. Estudiaba seis a la semana y el sábado, hasta la puesta de sol, descansaba. Daba igual que el lunes tuviera examen: ese 'break' de 24 horas era sagrado, y nunca mejor dicho. He de decir que respecto a mis amigos acababa menos desquiciado las fechas de exámenes, cuando ellos encadenaban una semana tras otra.<br />
Desde que soy periodista, ese dogma lo he apartado en cierto modo de mi vida. Temas doctrinales aparte, esta pandemia me ha recordado lo importante que resulta diferenciar un día de la semana. Me ha ayudado a ordenar menor este más de mes y medio de confinamiento y a tener, pese a permanecer entre las mismas cuatro paredes, una jornada distinta.<br />
El mandamiento que también me otorga ese oxígeno dice: "Seis días trabajarás y harás toda tu obra". Hoy no he podido cumplirlo porque me tocaba guardia en el periódico. Lo que sí estaba en mi mano era correr. Y como estaba en mi día diferente, el de descanso, he decidido que mi vuelta al running puede esperar un poco más. Aviso... pero poco.Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-27945699926141182822020-05-01T20:43:00.000+02:002020-05-01T20:43:37.351+02:00Cuarentena en el Mandor (XLII): El gritoAndaba yo despistado hace un par de días mientras paseaba a los perros. Ellos, también algo desorientados, husmeaban al viento en busca del lugar más asqueroso y, para ellos, más apetecible donde orinar. Eso, no sin antes lamer la marca de otro de sus congéneres a modo de los faraones, que borraban los jeroglíficos de sus antecesores para borrar su huella.<br />
De repente, escuché un grito agudo, casi gutural. De terror. Me sobresalté. Lo reconozco. Mis perros, también. No pudieron sino abrir más los ojos y caminar sin necesidad de que yo los azuzara. El berrido lo había proferido un niño de no más de cinco años. Iba de la mano de su padre y le había parecido aterrador que dos carlinos, el perro más indefenso que se me pueda venir a la mente, anduviesen a su vera.<br />
El padre, también he de decirlo, no le hizo ni caso. Nada más allá de un susurro tranquilizador mientras proseguía su camino sin inmutarse. De este encierro constato que los seres humanos somos la especie más invasora de la Tierra. Los animales han vuelto a aparecer bajo la luz del sol únicamente tras constatar que estamos encerrados.<br />
Tengo cuatro sobrinos y no me gustaría que ninguno de ellos se asustase sólo por la presencia de un perro más pequeño que ellos. También les enseño en lo que puedo a respetar a los animales. No como ni carne ni pescado porque rechazo la muerte de otros para poder alimentarme. No me consdero ni mejor ni peor por ello, sólo es una opción. Sí considero innegociable que aprendamos de una vez por todas a pensar en los demás, sea racional o no, nade, repte, vuele o camine sobre dos u cuatro patas.Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6405363704219373101.post-91003173510669949202020-04-30T21:43:00.000+02:002020-04-30T21:43:00.927+02:00Cuarentena en el Mandor (XLI): Mis viejas zapatillasMis viejas zapatillas andan ya maltrechas. Rotas por un costado, desgastadas en las suelas, debieron hacer su último servicio el pasado 29 de marzo. Estaba planificado, como hacemos los corredores: tras Ojos Negros, me voy a El Corte Inglés y me compro las mismas Mizuno que cuando a finales de verano almorzamos en Pelayo mis amigos Ricardo, Veintimilla y yo. ¡Qué tiempos aquellos! Ricardo, más atareado que nosotros, hizo marcha. Veinti y yo pasamos a 'París-Valencia'. Cuando me dijo que había comprado 'Sidi', le reproché: "¡Cabrón, ya vas a hacer que me lo pille yo también!". Salí con la obra de Pérez Reverte bajo el brazo, sin saber que sería una de mis tareas completadas durante este confinamiento. Hoy tanto la librería como el trinquet y su fabuloso restaurante están cerrados, silenciosos a la espera que recobremos la libertad.<br />
Meses después, aquellas Mizuno azules que estrené al día siguiente ilusionado como si fuera la primera vez que sale a correr, están para jubilar. Me llevaron en mis dos primeros trail (comprobé la necesidad de comprar unas específicas, que me regalaron y están pro estrenar), en mi primer medio maratón homologado (Santa Pola) y en Girona, en lo que era la primera parada del frustrado Reto Vías Verdes. Durante esta cuarentena, noté que les ha llegado la hora.<br />
De llevarlas todo el día, para trabajar, pasear a los perros, ir a la compra y hacer deporte, su tela azul acabó de desgastarse a la altura del dedo meñique. Poco a poco el hueco se fue haciendo más grande, hasta completarse todo un agujero. No va más. Debieron pasar a mejor vida el pasado 29 de marzo, Les voy a pedir, sin embargo, un último servicio. El sábado o domingo, que no sé cuándo será en mi caso, volveremos a correr. Nos enfundaremos de nuevo nuestras camisetas y pantalones de corredores. Y las zapatillas. Igual para entonces ya he encargado las nuevas. O aún no. Pero seguro que mis Mizuno volverán acompañarme.<br />
Después las jubilaré. En el armario, en su descanso del guerrero, podrán vacilar a las nuevas: "Nosotras hicimos 'nosecuantas' carreras y fuimos hasta Girona". Y las nuevas preguntarán: "¿Carreras? ¿Qué es eso?". "Pues consistía en madrugar los domingos, salir bien temprano y juntarse en un lugar con cientos de otras como nosotras. En rebotar como cada día sobre el asfalto, pero en manada". "Suena bien". Ojalá mis nuevas zapatillas puedan experimentarlo antes de su retirada, más o menos, si mantengo el ritmo de kilómetros de antes del parón, a finales de año. Sería señal de que hemos avanzado, de que habremos vencido al virus.Moshhttp://www.blogger.com/profile/12622535562562649598noreply@blogger.com0