domingo, 22 de marzo de 2020

Cuarentena en el Mandor (V): Gaia

Hoy me inspira la cámara de mi compañero Txema Rodríguez, que ha captado estos días imágenes del jardín del viejo cauce del Turia a su paso por Valencia. Lo ha titulado 'El río sin nosotros' y ha entrelazado fotografías con palabras para describir el estado actual de uno de los pulmones verdes de la ciudad. Como los canales de Venecia, con aguas menos turbias que cuando estuvimos Maggie y yo de visita hace un año y peces nadando en libertad, al río lo he visto bien. Las plantas y los animales, más allá de los que hemos domesticado para que nos hagan compañía, no nos necesitan.
Hay una teoría, concebida en la segunda mitad del siglo XX, que defiende que nuestro planeta tiene vida propia. Gaia, se denomina a la Tierra. Ese es el título de una de las novelas de la fabulosa serie 'Fundación' de Isaac Asimov: él describe un planeta donde cada ser vivo y mineral trabaja de una forma coordinada y en busca de un bien común. Y yo, sinceramente, creo que los seres humanos no tomamos decisiones pensando en el ecosistema como conjunto sino, como mucho, en nuestra especie.
"Me vengaré de todo mal que me hagas, yo te lo devolveré. El hombre nunca fue dueño de Gaia, es justamente al revés", canta el grupo 'Mago de Oz' en su tema titulado con esa denominación de la Tierra. ¡No! Que nadie crea que estoy insinuando que esto del coronavirus es una especie de castigo al ser humano por sus excesos. No me imagino a la Tierra como un dibujo animado con mirada y media sonrisa burlonas por la situación actual.
Sí creo que esta maldita pandemia ha demostrado en una semana -la que llevamos en el primer mundo de CRISIS con mayúsculas, porque el segundo y el tercero nos importan un comino- que somos un azote, un depredador para nuestro propio ecosistema. Que encerrados en casas nuestra en atmósfera hay muchos menos residuos de los hidrocarburos que quemamos para desplazarnos, por ejemplo. Ojalá esto nos ayude a reflexionar y la humanidad quiera dejar un planeta mejor que el que nos encontramos al nacer.
Gaia nos lo agradecería.

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