martes, 16 de febrero de 2010

Siete meses to go

Mi carrera, nuestra carrera, empieza a vislumbrar la línea de meta. Es lo más parecido a la típica actuación de Valentino Rossi (no estaba acabado), esa en la que ha sacado de rueda al segundo. Salvo caída o fallo mecánico, el italiano espera la bandera de cuadros para sentir el calor del público.
Nosotros estamos ahí. Con sólo siete giros por delante antes de llegar a la meta. Siete meses en los que hay muchas curvas que gestionar. Creo que no hay rivales que puedan adelantarnos. Algún bromista se postulará como mi competidor, pero confío y me afirman que lleva varias vueltas perdidas.
Temo caer en alguna curva. La del ventanal que no llega, la tarima flotante que espero que dé tiempo a colocar, los muebles condicionados al color de una pintura sin comprar, los electrodomésticos supeditados al ventanal cuyas medidas conozco a ojo...
No tan cerrada pero espero no encontrarme una mancha de aceite, porque también está la curva rápida del salón (A cobra más fuerza que B pero no acaba de tener la mayoría absoluta), la del viaje ya sabemos dónde pero carecemos del cómo, mi mono ignífugo a las miradas de decenas de personas...
No voy a escribir mucho más porque me agobiaré. Para mí, un chaval normal, friki como él sólo y siempre preocupado por algún libro, juego o peli y, sobre todo, el curro, el inicio de la carrera fue un sueño. Allá por aquel 18 de febrero me sabía el más afortunado del mundo porque me concediesen aquella wild card.
La invitación se convirtió un 12 de mayo en un puesto como piloto oficial, aspirante al mundial en un futuro próximo pero no inminente. Ahora me quedan siete giros para convertirme en campeón. Ganaré, si la moto no se para, el Mundial de 125.
Al igual que Moto2 para el gran Héctor Faubel y compañía, lo que ocurra dentro de siete meses es para mí toda una incógnita. Espero poder domar el motor Honda CBR que jamás he sostenido con mis dos manos. La máxima categoría, confío, queda más lejos.
Antes de pensar en los siguientes pasos voy a gestionar estos kilómetros, los siete giros, las curvas que vienen antes del 12 de septiembre. A mis 30 y pocos es ley de vida, pero no puedes evitar sentir un cosquilleo cada vez que piensas en que este mismo año vas a poner el primer ladrillo de una nueva familia. Espero no caerme de la moto. Ni antes, ni después.

1 comentario:

  1. Yo quiero estar de espectadora ese dia de septiembre, no me lo pierdo ni loca :) animo Mosh, la meta esta cerca.

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