domingo, 1 de julio de 2012

Pan, circo y fuego

Desolador paisaje de la zona de los Serranos desde L'Eliana
Me asomo a mi balcón. Al que tiene vistas al Mandor. A ese barranco que llevaba seis meses sin inspirarme y que hoy lo ha hecho. Por el paisaje que me ofrece si echo una mirada hacia el este. Una estampa desoladora, impregnada en humo, grisácea con algún tono anaranjado. Con un inquietante aroma a leña quemada y una lluvia de cenizas como condimento. Siento un escalofrío y no es por la brisa que sopla, más típica de finales de verano, en septiembre, que de la primera mañana de julio.
Experimento un torbellino de sensaciones. Pena porque se estén quemando los bosques de mi tierra. Una tristeza extrema porque el fuego se acerque a la Calderona, lo más parecido al Edén que tenga cerca de mi casa. Rabia porque algún medio hace mezclado de forma absurda el fútbol y un desastre natural. Ira porque pese a esta catástrofe me da la sensación de que a muchísima gente le sigue preocupando más la final de la Eurocopa de esta noche. Y la ira, ya lo 'dijo' el maestro Yoda, conduce al lado oscuro.
Escribo un tweet que me reprocha uno de mis hermanos mayores, el sabio Arturo Checa. Como si el destino quisiera darle la razón, Mónica Marchante (ese sí es el modelo de periodista deportivo), manda su mensaje de preocupación y apoyo hacia los afectados por el incendio, siempre a través de la red social del pajarito que todo lo canta. Me desdigo. Pero mantengo la misma tristeza, la misma pena y la misma rabia de hace un rato.
Ya no con los torpes que causaron el incendio de Dos Aguas con un soldador, ni al agricultor (esto no está confirmado cuando escribo estas líneas) que convirtió una quema de rastrojos en un depredador de las comarcas de los Serranos, Alto Palancia y algo de Camp de Túria. Tengo todas estas sensaciones primero por la catástrofe. Tengo un gran amigo, de esos a los que ves un par de veces al año pero es un amigo de los de verdad, sufriendo por el pueblo donde ha crecido. Sus padres estuvieron a punto de meterse en la boca del lobo, pero un familiar, cuando iban camino de ese municipio, les alertó ayer de que mejor que regresaran a su casa de Valencia.
Cuando las historias tienen como protagonistas a personas que tienes cerca o en el entorno en que te desenvuelves, te afectan más. Esto también me carga. Que hoy me quejaba de que fuera de Valencia hubiese poco interés por los incendios, como una noticia más... el mismo que tuvimos nosotros cuando el fuego arrasó Galicia, Canarias, Cataluña... Los seres humanos somos así de egoístas.
Eso sí, los clásicos, la Eurocopa, el evento en que el español de turno está a punto de ganar... líder de audiencias de forma sucesiva. El pan y circo del siglo XXI, el mismo que inventaron los romanos con las sangrientas exhibiciones de los gladiadores (por suerte hoy algo más civilizado). Me siento algo hipócrita porque soy periodista deportivo y esta noche estaré escribiendo sobre la Roja. Hoy preferiría cubrir el incendio, como en el de hace unos años en la Calderona, aquella noche en la que quizá forjé mi amistad con Arturo y Juanan. Pero reflexionando un poco, intento desterrar esa sensación.
La portada de marras ha quedado lamentable... pero el concepto quizás tenga un buen fondo. El pan y circo aplicado al desengrase no está mal. El problema es que nos pongan o nos pongamos orejeras que sólo nos hagan mirar hacia las canchas. Si frivolizamos hasta el punto que la actualidad deportiva nos interese más que lo que ocurre a nuestro alrededor. El fútbol mola y mucho. Al menos a mí. Pero hoy borraría sin dudarlo el partido de la Eurocopa a cambio de que el fuego también dejase de latir.

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