lunes, 20 de julio de 2020

Que este año huela a lejía

Entro en cuarentena. No es que haya dado positivo en Covid-19. Tampoco soy asintomático, que yo sepa. Ni siquiera es del todo veraz el juego de palabras pero, a 20 de julio y yéndome de vacaciones el 1 de septiembre, redondeando me quedan 40 días para mi (¿merecido?) tiempo de asueto. Desde hace algunos años, los doy por terminados cuando acabo el curso laboral. Ni el 31 de diciembre ni en mi cumpleaños: celebro el cierre de un ejercicio con una foto a la fachada de Las Provincias anunciando que desconecto (luego nunca lo hago del todo) hasta 30 días después. Y en este maldito 2020 creo que lo necesito más que nunca.
En la última entrada anuncié que iba a aplicar mis descubrimientos de corredor inexperto a las siguientes entradas, para tratar de aportar a quienes me lean, practiquen deporte o no. Hoy voy a hablar del cansancio y de la necesidad de descansar. Pero no voy a poner (sólo) como ejemplo la carrera a pie. En ese ámbito reflejo lo evidente: cuando entrenas o compites cansado, te pesan las piernas, respiras peor, rindes menos y tienes más riesgo de lesionarte. Mi organismo me avisa, como lo hizo este domingo cuando pretendí levantarme a las 8 tras una jornada laboral que incluyó casi 250 kilómetros de coche para cubrir la final de la Lliga de raspall.
Pese a no correr, el domingo no fue mejor, con carreras de motos desde las 11, la página histórica del Maratón de Valencia que preparo para cada lunes (y en la que esta vez cuento la historia de Malgorzata Szuminska) y la última jornada de la Liga. Este lunes ya me he obligado a correr (10 kilómetros de entrenamiento a diferentes ritmos) y la verdad es que el entrenamiento no me ha dejado para nada satisfecho. Estoy cansado y necesito descansar. Eso, unido a las temperaturas y humedad motiva que mi rendimiento no sea óptimo.
Y eso os va a pasar en todos los ámbitos. Por ejemplo, a mí me está ocurriendo en el laboral. El pasado jueves cometí un error de siete minutos. Me puse (y presenté) varias excusas, todas ellas veraces, pero la gran realidad es que en una situación en la que suelo ser fiable, esta vez pinché. No daré más detalles de esto, pero sí contaré otra anécdota de mi trabajo como periodista. Hace unas semanas, cuando se reanudó la pilota profesional, preparé un reportaje contando las medidas de prevención que se iban a tomar de cara a la vuelta al trinquet. La titulé: 'Va de bo frente al coronavirus'.
En ese momento el titular no me acabó de convencer, pero creo que resume bastante lo que contaba y tampoco se me ocurrió nada mejor. Aquel día, cuando escribí el artículo, estaba cansado. Agotado. Esa noche no puse el despertador. A la mañana siguiente, desayuné y fui al gimnasio. Con tranquilidad, sin mirar el reloj. A la vuelta, mientras disfrutaba de la ducha, pensé: "¡Joder! El titular era 'La vaqueta huele a lejía'". Igual a vosotros os gusta más el que publiqué, pero a mí me parece que, sin duda, este último llama más la atención.
Espero que todo este rollo te haya servido para desconectar un rato. Aparcar tus preocupaciones unos minutos. Yo lo he hecho al escribirlo y lo necesitaba. Como preciso que pase ya esta cuarentena laboral. Echarle lejía a este maldito 2020. Desinfectarlo y desintoxicarme. Aunque no sea posible hacer el viaje de nuestras vidas por el Covid-19, estas vacaciones son las más importantes en muchos años. Descansar es más necesario que nunca.

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