sábado, 22 de mayo de 2010

Devoradora de planes

Creo haber vivido esto hace ya algunos años. Ilusión y diáspora. Estas dos palabras definen el estado de ánimo de una afición. La autopista camino al sur se tiñe hoy de azulgrana, de los colores que pasean los cientos de granotas que animarán al equipo en Cartagena. El Levante se juega esta tarde su cuarto ascenso a Primera y yo, como la última vez, me quedo en tierra. Todo es culpa de la devora planes.
Aquella vez, lo recuerdo como si fuera ayer, fue por su graduación en Magisterio de Educación Musical. La cantinela resonó durante horas en mi cabeza: "Te has quedao sin ir a Lleida por un americanismo de m..." Esa tarde llovió. Mis padres me llevaron al coche cuando acabó el acto en la Fonteta.
Ellos estuvieron en la grada y yo me bajé a la cancha. Estuve haciéndole fotos. Sentada. Cuando salió a recoger la banda. Tuve que contenerme cuando llegó el gol necesario. Lo estaba escuchando en la radio y, en un alarde de reflejos, ahogué el berrido victorioso justo a tiempo. No creo que al arzobispo García-Gasco le hubiese hecho demasiada gracia que un hincha entusiasta le interrumpiese.
Las fotos que tomé están hoy en el recuerdo. Un indeseable se llevó mi cámara una noche en el Carmen. Robó 300 euros y unos retratos que valían mucho más, aunque él probablemente los desechara al instante. Fue sin duda lo que más me jodió de aquel bajón tras media madrugada de fiesta y buen rollo.
Pasados los años, mi hermana vuelve a maniatarme en Valencia. Hoy no se gradúa, pero también me impide desplazarme para ver el Levante. Cumple sus 25 añitos, toda una mujercita aunque no lo parezca... ¡Y pensar que el otro día alguien creyó que está en pleno desenlace de la pubertad!
Como aquel día, mi corazón está un poquito dividido. Imposible negar que a un futbolero empedernido como yo le gustaría estar en el estadio de Cartagonova. Pero es que me viene de familia. No somos ni la mejor ni la peor. Una más. La mía. La que me quiere y siempre está conmigo. Nunca nos dejamos solos en los momentos importantes.
En mi casa siempre hay una tarta en la comida del sábado más cercano del cumpleaños de cualquiera de los cuatro, o de los abuelos, o de las parejas, la mía y la de mi hermana. Es un momento entrañable. Sencillo y familiar, pero que nadie se pierde. No podía ausentarme por un partido de fútbol.
Sé que a la devoradora de planes le hubiese molestado, y que ella ejecutó uno de los suyos para estar en mi cumpleaños. Nos hemos peleado mucho y nos hemos dicho de todo. Pero el paso de la vida nos ha calmado. Desayunamos juntos casi a diario, contándonos nuestras batallitas y preocupaciones. En cuatro meses nos tocará salir de casa para poder organizar, de vez en cuando esas tertulias.
Esta vez no me perderé el partido, sólo el viaje. Un consuelo. Estoy feliz. Una alegría volver a celebrar un cumpleaños con ella. Porque no lo he dicho, y ya va siendo hora de hacer marcha. Espero que mis planes futboleros puedan quedar arruinados muchas veces. Señal de que me queda gente que me importa y a la que importo. Hoy le tiraré de las orejotas 27 veces: la de regalo y la de quedarme sin viaje a Cartagena. Por lo demás: ¡Feliz cumpleaños, Eli!

1 comentario:

  1. Jolín...me has exo llorar eeeh????Q bonito MOsh!!!me has dejado sencillamente sin palabras..GRACIAS!!!!!!Gracias por los desayunos de cada dia, por escucharme, por aconsejarme, por compartir los buenos y los malos momentos conmigo...sencillamente GRACIAS!!!!Y gracias por ahcer de éste dia, un dia realmente especial. T exaré de menos(aunk nos sigamos viendo) a partir de dentro de 4 meses. Te quiero Mosh!!:D

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