domingo, 1 de septiembre de 2013

Regreso

Escribo estas líneas a minutos de rastrear el armario y rescatar uno de mis pantalones largos, a los cuales he marginado durante los últimos 31 días. Se acabó. Hoy toca volver al tajo. En apenas una hora regreso a las largas jornadas hasta la medianoche. Recién pasada esa frontera entre agosto y septiembre, me encontré con un compañero y amigo del periodismo. Estaba en la heladería La Caseta de.l'Eliana degustando los últimos instantes de asueto -eso y una deliciosa leche merengada- cuando me saludó Rafa Montaner: "¿Qué tal, Moisés?". La respuesta, típica y llena de melancolía: "Aquí, apurando lo bueno, que vuelvo mañana".
Ambos torcimos el gesto al unísono porque los dos sabemos cómo es la vida cotidiana dentro de las trincheras del periodismo: la redacción, ese lugar al que cada día llegas sin saber qué sorpresas te aguardan y a qué hora saldrás. Imagino que en unas horas me invadirá eso que llaman síndrome post vacacional, que no es otra cosa que añoranza de los días de playa, tardes de lectura o noches a la fresca; cervezas heladas, horchatas con fartons o paellas junto al mar.
No han sido mis mejores vacaciones. ¡Cómo hemos echado de menos la escapada a Asturias de 2012! Sin embargo, las hemos disfrutado, según diría alguien 'trambóliko', como hemos querido. Y en la puerta de acceso a la rutina, este pretende ser un pequeño ejercicio para no tomarse el regreso al trabajo como el inicio de 11 meses de penitencia. En estos tiempos, tomármelo así me parece una falta de respeto a seis millones de personas que añoran la vuelta al tajo. Tampoco cantaré lo de 'silbando a trabajar' de los enanitos de Blancanieves. Simplemente es lo que toca.

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