domingo, 10 de septiembre de 2017

Chau Mei

La era de la conectividad nos permite saber qué es casi cualquier cosa en unos segundos. Los que tardamos en teclear a golpe de pulgar en nuestro teléfono móvil. En aquella mañana lluviosa se nos planteó una duda: ¿Qué era eso de Chau Mei? Con una sonrisa, en cuanto aparcamos y nos pusimos a salvo del aguacero, saqué del bolsillo mi iPhone y rastreé. ‘Chau Mei no es nada’, me dijo el sabelotodo Google. A cambio me ofrecía centenares de entradas sobre el ‘Chou Mei’.
El chau mei es uno de esos platos que tanto agradan a mis amigos defensores de la comida oriental. Si buscas en internet se encuentran recetas de chou mei con vegetales, pollo o frutos del mar, eufemismo empleado para referirse al surtido de mariscos. Hay blogs, como este o con muchas más visitas, que detallan cómo elaborarlo en casa y trucos para servirlo como si fuera un plato de restaurante. Se pueden hallar hasta consejos sobre qué fideos elegir.
Porque, cierto, he dado por supuesto que todos sabéis que el chow mei es pasta china, con su salsa característica muy sabrosa pero que no sabes qué lleva, mezclada con cosas. Vamos la variante oriental de la pasta italiana o de los espaguetis con tomate y queso de toda la vida. Yo particularmente me quedo con cualquiera de estas dos opciones. La de cocer pasta en cinco minutos y mezclarla con salsa en brick es una de las soluciones de emergencia que uso muchas veces cuando voy con el tiempo justo para llegar a la hora convenida al trabajo.
Me gustan más mis espaguetis de emergencia que el chou mei, que he degustado cuando a regañadientes me han arrastrado a algún restaurante chino. Cada uno tiene sus gustos y entre los míos no está la cocina oriental. Por ejemplo, mi hermana antes se declaraba odiadora -hater le llaman ahora en la era global- de la paella, aunque creo que últimamente ha claudicado ante la evidencia de que ese plato valenciano -sí, valenciano y no el arroz con cosas que preparan en otros sitios- es una delicia. Ella y mi cuñado condenarían a la extinción las alcachofas, cuando yo las tengo por un tesoro. Por contra, yo me niego a devorar cualquier ser vivo con ojos. Me encantan las pizzas, mientras mi mujer sólo se lanzaría a por una tras varios días de diáspora por el Sahara.
Pero volvamos al principio, porque con tanta disertación casi había olvidado por qué me he puesto a escribir sobre el ‘chou mei’. No, desde luego era impensable que en Burriana algún alcalde hubiese tenido la genial idea de rotular una de sus principales calles con el nombre de un plato chino. Para eso, mejor llamarla avenida del ‘esmorsaret’ o de la paella. Tras un instante de duda, y después de constatarlo en la placa de la primera bocacalle, mi copiloto y yo nos echamos a reír. ‘Avenida Jaume I’. No íbamos a pedir que la voz artificial de Google Maps supiese quién es uno de los personajes más importantes de la historia de la Comunitat Valenciana. Tampoco podemos exigírselo al programador de la aplicación, que seguramente vive muy lejos del Mediterráneo y puede que coma mucho chou mei. Cosas de la era de la conectividad y la globalización.

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