domingo, 11 de diciembre de 2022

Paso olímpicamente (I): La culpa fue de Tite

Necesitamos culpables. Alguien que nos sirva como sparring contra el que descargar nuestras frustraciones. Ya ejecutado, hay quienes siguen cargando contra Luis Enrique porque la selección quedó fuera del Mundial de fútbol antes de lo que pensábamos. Hablábamos de si queríamos en semifinales a Inglaterra o Francia sin haber jugado ni contra Marruecos ni frente a Portugal (o Suiza). Y resulta que ni se ganó a Marruecos ni los lusos, con España fuera, se han metido en semifinales.

Igual lo que pasó es que Marruecos tenía un plan y lo ejecutó. O que, en un mal partido, esa de Sarabia pegó en el poste y se marchó fuera. Y los africanos están en semifinales pero Portugal tuvo varias claras, de esas que no se suelen fallar, pero que esta vez sí se erraron. Cuando salgo a correr, que desde hace ya bastante tiempo lo hago sin música, me da por pensar. A veces cosas trascendentes, otra me viene alguna idea para el trabajo y, en ocasiones, me da por divagar conmigo mismo. 

Y este domingo me he puesto a pensar en el Mundial. Zancada a zancada y bajo la lluvia, me ha venido a la mente un reportaje que ví el sábado por la noche sobre Brasil. Adivinad: "La culpa de la eliminación de la Canarinha es de... ¡Tite!". Sí, del entrenador. El fútbol tiene mucho de ciencia exacta. Si se pierde, dilapiden al entrenador, a no ser que el portero haya errado de manera estrepitosa o el delantero haya fallado un gol cantado, y el autor del fallo no cuenta con el favor de la mayoría. Y por Brasil no tienen demasiado en cuenta el partidazo del portero de Croacia, o la mala fortuna de encajar en el único disparo del rival.

Necesitan descargar la frustración. Como los aficionados españoles tras la derrota ante Marruecos. Ante esas situaciones pocos paran a pensar que sólo una selección volverá feliz. Ni siquiera las cuatro que este fin de semana han sido pasto de la euforia por meterse en semifinales. Sólo una ganará. Y entonces, de nuevo habrá quienes alcen la mirada en busca de un culpable. Pocos introducirán en su análisis la variable de que en el deporte de élite se dan muchos condicionantes, entre ellos la competitividad del rival que busca el mismo objetivo o la fortuna. 

También sucede en la vida. Nos frustramos por lo que no conseguimos, a veces incluso sin pelear por ello. Muchas veces nos quejamos de lo que no tenemos sin agradecer lo bueno que nos ocurre. Por ejemplo, yo he consumido la tarde de domingo jugando al 'Mario kart' con mi hermana, mi madre y mi sobrino Samuel. El chiquillo de seis años ya nos gana, incluso nos lo restriega. En la única carrera en la que todo le ha salido mal se ha llevado un buen mosqueo. Parece que eso de la frustración es algo innato en el ser humano. 

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