viernes, 6 de enero de 2023

He-Man y Skeletor

 

¿Qué os han traído los Reyes? Cuando escribo estas líneas, yo aún no lo sé. He visto que han dejado unos regalos, para mis sobrinas, para Maggie y para mí y que han esparcido restos de zanahoria y galletas por el salón. Se han bebido el vaso leche que les dejamos -uno para cada uno, claro- y los camellos han bebido agua. Imagino que después de esta noche, tanto los magos como los animales, deberán tomarse una caja de Almax y pasar un par de días en ayunas. Si en todas las casas los agasajan así y ellos corresponden devorando los alimentos...

Bueno, a lo que iba. Anteayer, el 4 de enero para el que lea, en medio de un día complejo en el trabajo, me vino de repente Héctor Esteban y me soltó: "Moi, ¿qué pediste a los Reyes y que nunca te trajeron?". Héctor es un tío raro, creo que como todos los periodistas. Es una muy buena persona y un profesional del periodismo capaz de sacar temas del desierto y exprimir cualquier cosa que vea para sacarle una moraleja. Sin ninguna razón, una tarde trae coca de llanda para toda la redacción o roscón para merendar el 5 de enero. Igual bromea que de repente se cabrea y entra en ebullición... pero luego se le pasa y ni rastro. Pero en el momento, es un volcán. Y una de las cosas que le molestan es que no vayas a lo concreto (si está leyendo ya lo tengo mosqueado). Por eso, yo le contesté al primer toque: "Una moto Feber". "¿Tú querías una moto de esas...?". "Sí, sí, de niño, era pequeño...". "Sí, sí, está claro...". Se lo apuntó en un papel y se largó.

Le conté, aunque ya no sé si me escuchó demasiado, que tampoco puedo tener quejas, que en casa siempre habían hecho el esfuerzo para que tuviera algo que hubiera pedido. Mis primeros Reyes los recuerdo viniendo a casa por la tarde. Un vecino disfrazado (ni de Melchor ni de Gaspar porque llevaba una barba postiza negra) entró en el salón y me dio un paquete: era un humilde puzle, de esos que cada pieza era un cubo y que, por tanto, había seis imágenes que completar. Mis padres, en mis primeros años, iban justitos de pasta y aún así en casa nunca me faltó un regalo. Mientras, al niño de tres pisos más arriba, un buen chiquillo pero que tampoco se portaba mejor que yo, le llenaban la habitación de juguetes. Quizás por esta razón, entre otras, mis progenitores optaron por contarme muy pronto la piedra filosofal de la magia de los Reyes Magos.

Recordando en estas horas también me han venido a la mente otros juguetes que nunca tuve: algún balón de tal o cual Mundial, muñecos Gijoe... y a He-man y Skeletor. A mis padres no les hacía demasiada gracia que jugase a la guerra o tuviese muñecos que llamaban "feos", así que a los Reyes Magos, a ellos mismos, les pusieron esa línea roja. Héctor se paseó dos días antes de Reyes por la redacción preguntando porque este viernes 6 publica su columna de opinión semanal. La ha dedicado a los juguetes que nunca tuvimos, en su caso el barco pirata de Famobil o Playmobil. La podéis leer aquí, os la recomiendo.

Como os he dicho líneas arriba, extrae moralejas de todo o casi todo. Y de ese trozo de plástico que nunca le trajeron los Magos de Oriente concluye, precisamente, que no todo se puede tener. Es cierto. Un pensamiento que me hace muy bien cada vez que noto florecer la frustración por algo que no consigo es pensar en los millones de personas que son felices con menos de lo que yo tengo. Y funciona porque si te vas a los extremos y piensas a los niños que están en campos de refugiados y su regalo más deseado en Reyes es recibir un plato de comida, flipas. Yo he sido feliz sin mi moto Feber. He-man y Skeletor sí están en mi estantería de los libros, lógicamente en el lugar donde almaceno los de fantasía épica.  En una comida familiar salió un tema de conversación similar al de esta entrada y la columna de Héctor. En mi siguiente cumpleaños me llegó uno y para Navidad, el otro. Mi madre se metió en internet y los compró de segunda mano. Como no sé a quién le he leído en las últimas horas en una publicación de Instagram, con el paso de los años me he dado cuenta que el mejor regalo de Reyes son los padres.


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