miércoles, 14 de octubre de 2009

Falta de tolerancia en el ágora

"Lugar de reunión o discusión". Es una de las acepciones que otorga el diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE) a la palabra ágora. Las otras dos corresponden a la denominación de la plaza pública griega y a las asambleas o discusiones que en ella se celebraban.
Ágora tiene una cuarta acepción: plasmación artística del pensamiento de Alejandro Amenábar, quien definitivamente ha dejado de ser un director sorpresa. El español no tenía posibilidad de errar: todos esperaban mucho de él. Una buena película, un taquillazo en su país y que el film se estrene en todo el mundo.
La cinta puede considerarse buena sin haber llegado al nivel, ni de Tesis, ni de Mar Adentro ni, por supuesto, de Los Otros. Lo único Ágora que tiene en común con la obra maestra de Amenábar es que gira en torno a una actriz que hipnotiza al resto del reparto y a buena parte de la audiencia. Aunque Rachel Weisz lo consigue, tampoco llega a la altura de la diva Nicole Kidman.
En todo caso, la protagonista borda el papel y los malos, que por una vez son los cristianos, también otorgan credibilidad a la acción. Como siempre, y sin desvelar nada, los buenos se hacen de querer y los villanos resultan odiosos. Síntoma de que los actores han trabajado bien su papel.
Primer fin de semana: cines repletos en toda España. Yo fui una parte de la marea humana que rindió pleitesía a Amenábar en el día del estreno. El segundo objetivo está cumplido. ¿Y el tercero?
Esa es la parte complicada. El Vaticano ha recomendado que la película no se proyecte en las salas de Italia. Es la primera voz discordante, pero más notable será la opinión de los judíos norteamericanos, con un enorme peso en la industria sin obviar la cinematográfica. Si bien Amenábar no los deja nada bien parados, en su historia son más una víctima que unos verdugos.
Lo que nadie podrá negarle a Alejandro Amenábar es haber tenido un par de... para, en la película que se la jugaba, plantear un tema que inevitablemente va a herir sensibilidades. Si en las películas históricas siempre se ha presentado a los cristianos como una víctima, en esta ocasión son los paganos los que se ven reprimidos.
Y ese es el dedo que toca la llaga, la tesis que plantea la película, el avisto a cualquier milititante de una religión o partido político: que cualquier idea es respetable hasta que queremos imponerla por la fuerza bruta.
Ágora me pareció tediosa en algunas fases. Lo habría cortado, con cariño y sin hacerlo a ciegas, en torno a 25 minutos de metraje. Pero es de las típicas películas que te van gustando más conforme avanzan.
Amenábar, ateo confeso, nos lanza un aviso a quienes sí profesamos una religión: no caigamos en la barbarie de imponer nuestras ideas. De nosotros depende crear una plaza donde todos defendamos nuestras ideas como hermanos (si dos hombres son iguales el tercero no será tan diferente) o convirtamos el ágora en un lago de sangre.

1 comentario:

  1. A mi la verdad es que esta me dejo un poco de mal sabor de boca, primero por como acaba y segundo porque no veia ni un principio ni un final en la historia, ademas de que no te deja introducirte al completo como para quedarte prendada y formar parte del film. No se, sin contar con lo mal que deja a los cristianos.... eso si, produccion para quitarse el sombrero, no parece que sea de un director español. Aun asi me gusto, pues este tipo de pelis es uno de mis generos favoritos.

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