jueves, 22 de agosto de 2013

Historias de L'Eliana (I): Aguas sucias

Tuerce el gesto y se lleva la mano a la nariz. La izquierda, mientras usa la derecha para espantar la nube de mosquitos. "Vámonos de aquí, porque ya me está dando malestar de garganta". Juan y Sonia no median ni una palabra más. En ese ambiente enrarecido, cualquier bocanada de aire puede resultar nociva. "Estas aguas están muy sucias, ¡qué horror!", comenta él mientras apretuja contra su pecho a su hijo menor. La mayor echa la mirada atrás mientras su mujer la arrastra hacia la salida.
Cualquiera diria que esta familia se había perdido en el laberinto subterráneo que conforma el alcantarillado público. Me los encontré esta semana apoyados sobre una celosía de escayola, observando el estanque del parque de L'Eliana, cuyas aguas surcan a diario decenas de patos. Este padre, joven de apenas 40 años, soportaba el mal trago mientras sus hijos permanecían embelesados mirando las aves.
Cierto, había mosquitos. Agosto, agua, animales, ¿qué pretendía? Tampoco es mentira que el agua no era cristalina... tampoco se hallaba al pie de un manantial pirenáico. ¿Su malestar de garganta? Casi puedo afirmar que lo había somatizado, que de arranques hipocondríacos se un rato... El fictício Juan -no iba a preguntarle el nombre y tampoco lo desvelaría si lo supiera- sufría por sus dos pequeños y la de enferemdades que podía transmitirle a él y su familia una horda de insectos y unos cuantos patos.
Mientras me alejaba, casi caigo en la tentación de esbozar una sonrisa como preámbulo de la correspondiente carcajada. Pero entonces noto un tirón en el brazo derecho al tiempo que escucho una respiración ronca y acelerada. Miro a mi perro y recuerdo que toma jarabe, y usa collar, pipeta y spray para ahuyentar a los flebotomos... y porque no puedo instalarle un antiaéreos en el lomo. Sufro cada vez que vomita, si lo veo apático o si caga un poco suelto. Mirándolo bien, si alguna vez soy padre, igual causo más risa que mi desconocido Juan, o como se llame.

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