viernes, 29 de enero de 2010

Pop Star Hortera

Esta semana compartía un café con un compañero de profesión cuyo nombre no voy a desvelar. "Hemos demostrado que España es un país de pandereta", me decía. Hablábamos de la última gracieta de la telebasura: el intento de invadir el concurso Eurovisión, por otra parte cada vez más amañado por nuestros conciudadanos del este.
Cierto que el certamen ha perdido toda la seriedad y el prestigio. En la última década, en pocas ediciones se logró reunir a las familias españolas en torno a la tele. Los escandinavos se votan entre ellos; los balcánicos (que son mayoría), también... y portugueses, españoles y franceses olvidamos nuestra rivalidad por una noche para pactar una derrota honrosa a base de cuatro buenas puntuaciones (Andorra se une a la fiesta).
Si bien muchos países se han planteado no ir a Eurovisión, España vendió su alma al diablo hace dos años al permitir que el representante fuese Rodolfo Chiquilicuatre, un personaje con cierta gracia made in Buenafuente. TVE, para que el certamen ganase en audiencia, anunció que serían los telespectadores quienes elegirían al representante. Y claro, los televidentes sacaron la pandereta y, a base de click (encima era gratis votar), enviaron al friki con tupé y guitarrita de los chinos para Belgrado. Se hizo el ridículo pero nos reímos mucho.
Dos años después, la señora Karmele Marchante no ha tenido suficiente con hostigarnos a diario en cada espacio de famoseo de Telecinco. Ha pretendido robarnos una noche a todos los españoles que, no lo olvidemos, desde el 1 de enero pagamos con nuestros impuestos la televisión pública.
Con 130.000 votos (de más de 40 millones de españoles) esa señora pretendía ir a Eurovisión con una canción que, de escuchársela a la maruja del cuarto, nos generaría una repentina mezcla de repulsión y carcajada sarcástica. El tema es para echarse a llorar. Desde el inicio con el ridículo "Ultramar, ultramar, sueño de todo español" hasta la secuencia en que Karmele está rodeada de modelos vestidos de actor porno haciéndole la manicura.
Finalmente, TVE descalificó a Karmele alegando: "La letra y la música deben ser originales e inéditas, es decir, que no se hayan comercializado y/o interpretado públicamente, ni tampoco colgado en Youtube, MySpace o cualquier otra página de internet hasta el 1 de octubre de 2009". Al parecer, Marchante fue tan hábil que interpretó parte del tema en "Sálvame".
El programa ha aprovechado incluso la descalificación. Karmele leyó un manifiesto (por cierto, Telecinco lo cortó a mitad para irse a publicidad, un cuarto de hora haciendo caja). La periodista (digámoslo así) escenificó que estaba hundida tapándose la cara y tratando de forzar las lágrimas, y se rebautizó como "Pop Star Queen", para escarnio de todos los grandes músicos del mundo que han hecho grande este estilo. Y luego extraña que Carles Francino no le quisiese entregar el Ondas a Jorge Javier Vázquez, presentador de "Sálvame". Yo le aplaudo (al director de "Hoy por Hoy").
"Os están dando pan y circo", me repite otra compañera periodista al referirse a los aficionados al fútbol. Puede ser. Y es lamentable mucho de lo que ocurre en el balompié: las cifras astronómicas, las agresiones, las muchedumbres enfervorizadas para ver a un jugador... La prensa rosa genera lo mismo y una nube de inútiles que no se han dedicado en toda su vida más que a follar entre ellos, irse de vacaciones, pasear el palmito y luego vender todas las exclusivas al mejor postor.
La señora Karmele Marchante lleva años viviendo de ese mundillo. Mientras se lo paguen los telespectadores de Telecinco, una cadena privada que se financia por sus propios medios, me parece respetable. Me empezó a repugnar cuando aparecía en el Tómbola (emitido por Canal 9, la cadena que pago con mis impuestos autonómicos). Este error parece que ha sido solventado en cierto modo por los canales públicos, que ofrecen algún espacio de prensa rosa con la mayor calidad posible.
Aplaudo la decisión de TVE y pido, por mucho que Karmele, Telecinco y la productora de "Sálvame" les amenacen con los juzgados o el fuego eterno, que no cedan. No podemos evitar que Pop Star Hortera y su séquito sigan haciendo reír a su público en las emisoras privadas que deciden el contenido de sus espacios. Ya nos equivocamos hace dos años. La televisión pública es una cadena de calidad y una ventana no sólo a Europa, sino a todo el mundo. Dejemos por fin de ser un país de pandereta.

1 comentario:

  1. ¿Te ha quedado algo por decir? jajajaja
    Así me gusta, hablando las cosas claras... por lo pronto nos libramos de 'pop star hortera'

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