miércoles, 29 de julio de 2009

El extraño lago

El sol había asomado sin atisbo de timidez. El astro rey iba a gobernar con tiranía en ese día de finales de julio. El trabajo ya era agotador y aún quedaba toda la jornada. Vio a lo lejos la inmensidad de aquel extraño lago y, sin pernsárselo dos veces, acudió a refrescarse.
El agua tenía un sabor extraño y no estaba demasiado fresca. Pese a ello, el líquido hizo efecto al empezar a fluir por su aparato digestivo. Notaba cómo volvían las fuerzas y desaparecía el calor... y entonces, todo cambió.
Una ola brutal la pilló por sorpresa. Un instante después estaba en medio de aquel lago. Vio una sombra enorme pasar por debajo de ella a gran velocidad. Empezó a mover sus extremidades, intentando escapar de aquella trampa mortal.
El monstruo emergió del agua. Se sintió observada por sus dos ojos marrones, también enormes. Cada uno de los dos siniestros luceros duplicaba su tamaño. Estaba a merced de aquella bestia. "No puedo defenderme. Que lo haga rápido", pensó.
Contra pronóstico, el monstruo se dio la vuelta y se marchó. Daba igual. La muerte sería más siniestra. Seguro que el macabro ser iba a someterla a aquella tortura para luego devorarla sin riesgo de que ella le agrediese en un último y desesperado intento por huir. Las fuerzas se iban extinguiendo. El agua que antes la había reconfortado empezaba a penetrar por su cuerpo. En pocos minutos estaría encharcada y moriría. Pese a ello seguía agitándose, nadando de forma patética tratando de llegar a una orilla que veía demasiado lejos.
Empezaba a perder el sentido cuando una fuerza sobrenatural la alzó. No sabía si estaba soñando, pero un instante después vio el lago a su lado, a pocos pasos de ella. Empapada pero a salvo. No dormía, era real: algo la había sacado del extraño lago. Empezó a caminar y, de repente, se quedó petrificada.
Su visión era borrosa pero percibió cómo el monstruo la observaba fijamente. Empezó a frotarse la cara hasta que focalizó su mirada. El enorme ser seguía observándola pero en sus dos ojos no percibió ni un ápice de maldad.
Intercambiaron la mirada unos instantes hasta que aquella mole volvió a zambullirse en el lago. Cuando estuvo seca, decidió remplender su camino. El día de trabajo iba a ser largo. Cuando volvió la mirada atrás vio que monstruo salía del lago y caminaba por tierra firme. No volvió a darle las gracias.
Este lance ocurrió a principio del día de ayer, cuando me preparaba para un largo día laboral. He querido novelar mi pequeño acto de heroicidad a salvar la vida a una abeja, un noble y trabajador animal que no podía permitir que muriese ahogado en mi piscina si yo podía hacer algo para evitarlo.

3 comentarios:

  1. mientras salves a una abeja, y no a una avispa que no sirve pa na.. el acto de heroicidad es más que valido :)

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. deja que salve a quien quiera...muy bien cariño...seguro que esa abeja si que lo agradecio solo que tu no supistes entenderlo...

    ResponderEliminar