miércoles, 18 de marzo de 2020

Cuarentena en el Mandor (I): Yo no quiero librar

Hasta anoche no había tenido tiempo casi para pensarlo. Sí, era consciente de que nada es igual. Llevo días trabajando en una habitación que he convertido en improvisado gimnasio. No amenizo las tardes de trabajo intercambiando improperios con Valldecabres ni haciendo de fumador pasivo con Calero. Por contra, escucho los ronquidos de Zeus, mi perro, que hace más que ellos dos juntos para que me centre en mi humilde aportación en el periódico del día, tan necesario en estos tiempos difíciles. "¡Mañana yo me voy, y tú no!". Así me chinchaba Maggie, mi mujer, cuando por la tarde la llamaron para trabajar como enfermera. Estaba deseándolo y lo demuestra que haya desterrado su combo de aburrimiento y mal genio de días anteriores.
La triste realidad, para mí, era esa: que hoy, miércoles 18 de marzo, el día de la Nit del Foc que en teoría me tocaba pringar, libro. ¡Y yo no quiero librar! Cuando ha sonado el despertador, su despertador, me he quedado un rato más en la cama. He dado un par de vueltas, me he levantado unos minutos de escuchar cómo cerraba la puerta al marcharse, he alargado el desayuno, he bajado a los perros (mi oasis de libertad), he tenido conversaciones telefónicas... ¡y he escrito un reportaje para el periódico! Lo veréis los próximos días, pero os digo que he disfrutado porque al final la mañana se me ha pasado volando.
Y es que... YO NO QUIERO LIBRAR... YO NO QUIERO LIBRAR... Después de varios días de teletrabajo, de cuatro jornadas de confinamiento, a la quinta me he dado cuenta de lo que es vivir en una jaula confortable. Ya empaticé el lunes con los pajarillos que tenemos toda una vida entre barrotes, alimentándolos y seguros de cualquier riesgo, pero impidiéndoles desplegar las alas. ¡Qué injusticia! El coronavirus nos ha quitado la libertad. Ese riesgo de vivir y de elegir, confinándonos entre cuatro paredes. Le ha restado alicientes a nuestra existencia y eso es a la larga peor que cualquier miedo a la muerte que, en esta crisis sanitaria, es improbable para la mayor parte de la población. Pero por los otros, por los que sí, hay que quedarse en casa.
Aunque no aburramos. Pese a que nos muramos por salir a trotar o a tomar una cerveza con un amigo. Yo no quiero librar, pero tampoco deseo que este enemigo invisible cause demasiadas bajas en esta guerra que vamos a ganar. Hace casi un año que no abría esta ventana al Mandor. Vuelvo a hacerlo para hablar de algo cada día, no se si a modo de diario o de reflexión. Si a alguien le sirve para distraerse cinco minutos, bienvenido sea.
Hoy he tenido envidia de los pajarillos que piaban libres por el barranco. Mañana me pasará lo mismo. Porque yo no quiero librar... y mañana, vuelvo a librar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario