miércoles, 22 de abril de 2020

Cuarentena en el Mandor (XXXIV): El apartamento en Benidorm

Cada vez que llamo a un amigo para felicitarle por el cumpleaños, constato que me hago viejo. En realidad eso nos sucede a todos, hasta a mi sobrino Josué, que apura su segundo día en este mundo. Claro está, se los cambiaba por mis cuatro días... los que faltan para que complete 41 años desde que nací. Empecé esta semana felicitando a mi buen amigo Veintimilla y, como buenos viejunos, nos pasamos una hora charlando, ya no de tiempos pasados, sino de lo mal que está el mundo.
Apenas nos referimos en nada a lo del cumpleaños y lo de '¿qué te han regalado?' o 'cómo lo vas a celebrar?'... de eso ya ni hablamos. Bastante tiene el pobre con darle buena vida a los jefes, que se hacen mayores y como presente para su cuarentena le dieron un buen susto el año pasado. Pero él sigue tomándose la vida con humor, leyendo mucho, de otra manera a cuando engullía libros de 1.000 páginas en nuestros años mozos del instituto de Benetússer.
Ya no recordamos que la Campins está por Holanda o mi desafío al Conejo, el profesor de matemáticas de Primero de BUP, al que dejé en ridículo (con merecimiento) para jolgorio de todos mis compañeros. Como revancha, me suspendió la última evaluación y contribuyó a bajarme la media las dos décimas aquellas que me obligaron a ir a estudiar Magisterio a Castellón. Gracias a eso, conocí a Juan Carlos, otro de esos amigos para toda la vida aunque ahora limitemos las quedadas a los postpartidos del Ciutat, cuando es posible.
Pero volvamos al cumpleaños. Tras muchos minutos de charreta, y no se a santo de qué, recordamos aquellos maravillosos tiempos cuando en la tele sólo tenías la opción de tragarte la oferta de Televisión Española. Fueron los años del 'Un, dos, tres' (que yo apenas vi) y de 'El Precio Justo', presentado por Joaquín Prats. Sí, sí, el padre, ya fallecido, que a cada concursante lo llamaba con un protocolario: '¡Fulanito de tal... a jugaaaaaaar!'. "El apartamento en Benidorm!", exclamó Veintimilla entre carcajadas: "Y el Seat Málaga, que salía con un rascón y todo".
Lo del inmueble lo recuerdo. Era la mayor victoria en el concurso de Joaquín Prats y el origen de la burbuja inmobiliaria que explotó en 2007. Sí, sí, hace ya 13 años. En 2020, el coche seguramente no esté ya ni en el desguace y el apartamento en Benidorm, quizás, sólo quizás, fue la piedra de tropiezo para algunos de los que al principio quisieron tomarse el estado de alerta como unas vacaciones.

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