sábado, 18 de abril de 2020

Cuarentena en el Mandor (XXXI): Cerca

Hace un par de semanas, mientras trabajaba, escuché cómo Maggie veía 'Titanic'. Siempre he dicho que me parece una película nefasta si lo comparamos con el dinero que costó rodarla. Le identifiqué fallos la primera vez que la vi y después, en escenas sueltas, también. Cuando engullí las tres horas y pico de cinta fue en una mañana libre, aún de soltero y en casa de mis padres. La tenía pendiente porque no había ido al cine y llegó a casa en el hoy desfasado formato VHS. Invertí toda una mañana con ciertos prejuicios, he de reconocerlo, hacia un Leonardo Di Caprio al que entonces percibía más como un guaperas por el que suspiraban la gran mayoría de mis amigas que como el gran actor que con los años ha demostrado ser.
Esa película encierra un muestreo de las tres formas en que el ser humano reacciona ante una situación extrema como es la pandemia que sufrimos en estos días. Están los que se centran en sobrevivir, o como actores pasivos o luchando por su propia existencia hasta el último aliento. Luego los que, con el mismo fin, aplastan sin escrúpulos a los demás para asegurarse ese bienestar: son los que en la película tienen armas de fuego y organizan los botes a su antojo en el momento del naufragio. Y quedan los que dedican su tiempo, independientemente de las consecuencias, en que el trance sea más llevadero para todos.
Estos son el director de la orquesta y los músicos que tocan mientras el 'Titanic' se sumerge en las gélidas aguas del océano. Tocan una melodía que conocía desde pequeño, dando letra a uno de los himnos que se cantan en mi iglesia:

Cerca de ti, Señor, yo quiero estar
tu grande eterno amor quiero gozar.
Llena mi pobre ser, limpia mi corazón; 
hazme tu rostro ver en la aflicción.

Mi pobre corazón inquieto está,
por esa vida voy buscando paz.
Mas sólo tú, Señor, la paz me puedes dar, 
cerca de ti, Señor, yo quiero estar.

Pasos inciertos doy, el sol se va; 
mas, si contigo estoy, no temo ya.
Himnos de gratitud alegre cantaré,
y fiel a ti, Señor, siempre seré.

Día feliz veré creyendo en ti, 
en que yo habitaré cerca de ti.
Mi voz alabará tu santo nombre allí,
y mi alma gozará cerca de ti.

He tenido que buscar la letra en internet, había varias versiones y no estoy seguro si esta es la que se canta. La música la tarareo muchas veces cuando me pongo reflexivo. Cuando quiero calma, porque sus acordes me infunden paz. En estos días, la primera palabra me da más esperanza. "CERCA". En este final de sábado, uno más del confinamiento, espero y deseo que estamos más cerca del fin de esta pesadilla.

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