jueves, 23 de abril de 2020

Cuarentena en el Mandor (XXXV): Un año menos tres días

La Abuelita insistía mucho en que le llamásemos 'Abuelita'. Desde siempre. Intuyo que sería por aquello que nos pasa a todos una vez sobrepasados los 40: ese incontrolable pero infructuoso empeño por ponerle freno a aquello que, en los malos momentos, ya vislumbras como la recta hacia la meta de la senectud. A ella lo de 'abuelita' le sonaba menos duro que 'abuela'. Y hoy, un año menos tres días después que yo, él ha alcanzado esa cúspide de la existencia humana occidental.
Tal era el empeño por lo de 'Abuelita' que un día quiso ponernos en ridículo con el resto de amigos del complejo. No sé si se acordará, pero nos mandó algo, no recuerdo qué, a él, a Alberto y a mi, el comando de 'Los Pequeños'. Creo que sería una prohibición de salir a la calle o algo así. Tendríamos unos diez años. Cuando le rebatimos que los demás niños sí podían ir al kiosko, nos replicó: "Pues le contestáis: 'Es que mi abuelita no me deja'". Y recalcó una vez más lo de 'abuelita', porque si te pescaba llamándole 'abuela', a mí o a mis primos, respondía 'Esa es la otra', en referencia a la madre de los maridos de sus hijas, o sea, mi madre y mi tía.
El caso es que no le hicimos ni idem. Ni en lo de las excusas con el humillante 'Mi abuelita' ni en lo de no salir al kiosko. Hoy he felicitado a mi primo José Manuel, que acaba de alcanzar esa cúspide de los 40. Desde hace algunos años puedo jactarme de que no me olvido de felicitar a mi primo, que podía ser mi hermano porque dicen que nos parecemos una barbaridad.
Afirmo con pesar que he compartimos menos tiempo con mis primos del que merecen y del que deberíamos haber disfrutado. De niños pasé varios veranos con ellos en la Pobla de Farnals, de los mejores. Y luego nos hemos visto en contadas veces durante el año y en todas ellas la vida se ha parado momentáneamente entre risas y anécdotas. Desde que se fue la 'Abuelita' muchas de ellas la tenían como protagonista: sus quejas, sus chistes verdes que contaba en voz baja para que no se enterasen nuestras madres, sus batallas sobre la postguerra y sus frases hechas.
Una de ellas era que mi primo José Manuel y yo nos llevamos 'un año menos tres días'. Siempre lo decía, una y otra vez cuando hablaba de nosotros. Por eso, cuando después de un buen rato nos hemos despedido, él me ha dicho: "Bueno, en tres días te digo algo". "Sí, cabron, pero yo ya cumplo 41". Y nada, que esto no para.... ¡y mal asunto si para!

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