lunes, 13 de abril de 2020

Cuarentena en el Mandor (XXVI): Paco podrá felicitarme por el cumpleaños

Tenía pensada la entrada de hoy y ya estaba afilando las uñas, para escribir con inquina. Plasmar unas palabras meditadas, sin faltar a nadie pero diciendo exactamente lo que pienso. Al final, rectificar es de sabios, dice el refranero, aunque en esta ocasión quizás no dé para tanto. Después de que la Delegación del Gobierno en Andalucía prohibiese a los policías locales felicitar el cumpleaños a vecinos, se armó un buen revuelo. Los ciudadanos de a pie percibimos como absurda una medida tomada, como otras tanta veces, por alguien (a) demasiado alejado de la calle, (b) sin el mayor sentido de la empatía o (c) ambas son correctas.
El Gobierno nos ha salido este lunes con que se había interpretado mal su orden y se ha subsanado el asunto. Carpetazo. Vale. Aceptamos pulpo como animal de compañía, que se decía en un anuncio ya de viejunos. Lo que no deja de sorprenderme es que alguien adoptase una decisión así sin plantearse que la prohibición era absurda. ¿Qué demonios puede ver alguien de malo en que un coche de policía local, que está patrullando un municipio y en ese momento no tiene un servicio (subrayo eso) se acerque a hacer feliz a un vecino que cumple años y lleva días sin salir de casa? ¿En serio? Por la misma regla de tres, tampoco estaría permitido el gesto que casi nos hace llorar a todos del agente que, la semana pasada, colocó un ramito de flores en el asfalto en Zaragoza para rendir homenaje a los que ya no podrán salir a las 20 a aplaudir.
Bueno, rectificando y más calmado, he dicho lo que traía pensado. Me reconforta que Paco no cometiese delito alguno al ponerse delante de la ventana de casa de mis cuñados. Que pusiese la canción de 'Parchís' para felicitar el cumpleaños de Olivia, que tiene ahora dos añitos. Y que haya repetido el gesto con otros vecinos de L'Eliana.
Paco, el 26 es el mío y si quieres, puedes venir. No estaría de más que eligieras otra canción, la verdad. Aunque tampoco me voy a poner exquisito a estas alturas de confinamiento.

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